Siempre he admirado el liderazgo
de Putin. Vencedor sin dudas ni medias tintas de todas las elecciones,
defendido por su pueblo y protegido por los medios de comunicación rusos es un
líder sin miedo. Siempre he pensado que España iría mejor si en el gobierno
tuviéramos un líder como él, férreo, duro, con las ideas claras y con el
respaldo suficiente para hacer de su capa un sayo sin aprensiones ni impotencias.
A los líderes de Occidente les
pierde el miedo a no ser reelegidos, a que el voluble votante se ponga en
contra, se canse o simplemente estime que tal o cual acción, tal o cual
decisión no le gusta. El líder de Occidente siempre tiene miedo, obra con
cautela y depende de mil vicisitudes incontrolables, sobre todo depende siempre
de la oposición, de los demás líderes, de lo que los periódicos o las
televisiones enemigas puedan llevar a portada al día siguiente.
Putin en cambio no tiene miedo,
lo tiene todo controlado, el opositor que se mueve demasiado no tarda en tener
un accidente mortal o sufre el ataque incontrolado de un loco que surge incontrolado
de cualquier esquina, o que, siempre buscando la ruina de Rusia, le descerraja
cuatro tiros.
Putin me da envidia. Putin
debería dar envidia a todo Occidente. Europa no debería sentir miedo de
Vladimir Putin sino envidia. ¿Acaso hay muchos inmarcesibles líderes
occidentales que se puedan permitir el lujo democrático de que sus oponentes –políticos
o periodistas- sufran envenenamientos, accidentes o atentados un día sí y otro
también? ¿Y conseguirlo sin que nadie se mosquee, sin que los jóvenes rebeldes
universitarios le monten una manifa en plena Plaza Roja, sin que la posición le
pida cuentas y le apriete las tuercas en el Parlamento?
¿O no es para envidiar que Putin,
con el apoyo de toda la izquierda mundial, meta en las cárceles a los homosexuales
–seguro que él usa otra palabra más vulgar- sin que nadie le eche en cara la
contradicción democrática? ¿O no es para envidiar que Putin desayune, meriende
y cene en casa del Patriarca ortodoxo de Moscú sin que la izquierda mundial
venga a echarle en cara la neutralidad religiosa del Estado? A Rajoy le encantaría
que Podemos e IU le callasen sus torpezas como callan cuando a Putin se le
mueren los opositores. Se llama subjetividad y sectarismo. Ah, y fanatismo.
A España le hace falta un Putin, a
los líderes de Occidente les pierde el miedo a no ser reelegidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario