Alberto Garzón, el nuevo
dirigente de IU, se despidió del debate sobre el estado de la nación espetando
a los presentes un “salud y república” muy propio de cualquier aspiración
humana: no pillar un resfriado y ponerse a mandar.
Hemos copiado de los
norteamericanos este invento del debate sobre el estado de la nación (¿De verdad somos una nación? Zapatero,
siendo presidente del gobierno, admitió las dudas) pero hace tiempo que estoy
convencido de que, más allá del nombre y de algún que otro decorado de
cartón-piedra, poco tiene que ver el original con la copia. En nuestra Cámara
lo que importa es ofrecer un rápido titular para las entradillas de los
telediarios o para las portadas de los periódicos amigos. En definitiva, un
surtido de raciones de agit-prop para alimentar bien a los que han de votar.
Esto de “Salud y República” tiene
la misma construcción publicitaria que “Beba Coca-Cola”: concisión y
contundencia. Quede claro al lector que si este debate se plantea de verdad en
la sociedad haré lo mismo que Humphrey Bogart anunciaba a los nazis de
“Casablanca”: me adaptaré a los tiempos que vengan. Pero puestos al tema
publicitario déjenme preguntar a Garzón II a qué república se refiere, porque
cuando me piden que beba Cocacola sé qué quieren que beba, pero ¿cuando me
hablan de república a qué república se refieren? ¿Cuba, Corea del Norte,
Venezuela? Y cuando la prefieren a las monarquías, ¿a qué monarquías se
refieren? ¿Monarquías tan atrasadas y antidemocráticas como Dinamarca, Suecia,
Holanda? ¿O a lo peor la cuestión depende más de las personas que del sistema y
eso nos lo ocultan? La publicidad siempre tiene un lado oculto, claro.
Simple publicidad, bastarda
publicidad, mísera publicidad. ¿Qué buscaban los grupos parlamentarios ante el
atril? ¡Su ratito de gloria a la hora de la comida de los españoles! Llegarán
los tiempos en que en los anaqueles del El Corte Inglés podamos comprar cuarto y
mitad de democracia.
¿O además de la bella oratoria
sirve para algo que Rajoy anunciara millones de puestos de trabajo en cuantito
le votemos a él, solo a él y a nadie más que a él? ¡El milagro de los panes y
de los peces en versión siglo XXI! ¿Puedo demandarle por incumplimiento de
contrato si otra vez más quebranta su palabra?
¡España se verá en las urnas
entre la casta y la caspa!
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