Somos una sociedad extraña,
nuestros valores han cambiado con los últimos años y estamos llenos de
contradicciones. No se pueden hacer chistes en televisión sobre homosexuales
pues sería visto enseguida como una ofensa y la sociedad y la prensa progre
volcaría su furia contra el autor de tamaño disparate. Pero si se trata de la
Iglesia las ofensas pueden ser de cualquier tipo, pregunten a Charlie Hebdo, y
si hay que defender la posibilidad de hacerlo se recurre a la libertad de
prensa, faltaría más.
En los campos de fútbol está persiguiéndose
la ofensa racista y machista y otros cantos ofensivos o simplemente maleducados.
Lógico, bueno y sano. Pero se permite que se ofenda -¿en nombre de qué?- al
himno español. En cualquier país normal, ajeno por tanto a España, esto sería
la máxima afrenta a la nación y a los nacionales. En España estamos tan deformes,
en parte por el nacionalismo inyectado en vena durante el franquismo, que esta
ofensa a España y a todos los españoles se tolera como parte del paisaje
cotidiano. Parece normal a muchos ofender gratis et amore a España, como a
muchos parece intolerable, fascista y retrógrado defender a España. Ésta es la
perversión de valores en que vivimos inmersos.
La ofensa al himno de España es
la ofensa a España y a los españoles, infinitamente más grave que las
indefendibles ofensas racistas, por ejemplo, en cualquier lugar del mundo que
no sea España. En Francia, China o Vietnam nadie permitiría esta memez; en
España sin embargo no pasa nada, no me digan que no somos un país raro. Hay que
pararlo, hay que ser normales, hay que ser europeos, internacionales,
mundiales: si se silba el himno no se juega o se juega a puerta cerrada. Sin
complejos, sin franquismo, sin la tontuna neoizquierdista, hagamos normal en
España lo que es normal en el mundo.
2 comentarios:
http://elpais.com/elpais/2015/06/03/opinion/1433346238_045483.html
Julio Llamazares da en el clavo.
http://elpais.com/elpais/2015/06/03/opinion/1433346238_045483.html
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