Una de las notas predominantes de
Rajoy durante estos cuatro años ha sido su impasibilidad. Su rostro no parecía
percibir la peliaguda realidad o si la percibía no ofrecía el más mínimo signo
de sentimiento por los despidos, los desahucios o la corrupción. Distante y
alejado del pueblo y sus problemas se aparecía ante nosotros en una pantalla de
plasma. Dioses y vírgenes habían tenido hasta el momento la consideración de aparecerse
en carne mortal.
Impasible el ademán, a Rajoy se
le ha dado siempre muy bien hacer el Dontancredo y ayer ha pagado su actitud
con una gran derrota que ha permitido el acceso de la izquierda más radical y
cainita a las instituciones. Si bolivarianos leninistas (vean las
constituciones que han redactado para América Latina) van a gobernar
importantes instituciones españolas debe achacarse fundamentalmente a la
inoperancia de este gallego frío, inescrutable y distante de sus ciudadanos.
Rajoy no parecía comprender el
sufrimiento de quienes padecían la crisis en hospitales o escuelas. Nunca se le
vio cerca de los incomprendidos, nunca una palabra de aliento para los
dependientes; jamás se le vio enfrentarse con un par de guirnaldas inguinales a
la corrupción que ha asolado España. Jamás se le vio coger por los cuernos
cualquiera de los difíciles toros que había de lidiar la sociedad española,
simplemente callaba y miraba a otro lado. ¿Podía esperarse de los españoles la
comprensión la solidaridad que él nunca demostró?
¿Cuándo hemos visto a Rajoy
remangado hablando con los despedidos de Cocacola, Telefónica o de cualquier empresa
constructora? ¿Cuándo les ha ofrecido esperanzas? ¡Por lo menos diálogo y
esperanza!, si no soluciones de verdad. Esto es lo que han hecho partidos a los
que esta torpe derecha española que ahora debe lamerse las heridas y
reconstruirse ha cedido gentil y amablemente el paso. Simplemente estar junto
al débil, apoyar y dar ánimos al enfermo, ofrecerle soluciones. ¿Dónde estaba
el PP, sus parlamentarios y sus concejales? ¿En sus sedes? ¿En el plasma? Porque la derrota de muchos alcaldes y
procuradores, su salida de los despachos y de la toma de decisiones, en
numerosas ocasiones debe achacarse al castigo a la marca “PP”, no como castigo
individual. En este caso ser del PP ha sido una rémora que muchos buenos
políticos locales han pagado inocentemente. ¿Lo sabe Mariano? Que alguien le diga enseguida lo
que ha pasado y por qué ha pasado. Ah, y que ahora tiene competencia mucho
más moderna y decidida en su mismo espectro. Hay que moverse y resituarse, será
complicada la competencia entre dos partidos de centro derecha que disputen por
los mismos electores.
España, un país naturalmente de
izquierdas, se ha echado en brazos de quienes han conseguido hacer de Venezuela
un país millonario en asesinatos, desabastecido y cuya oposición democrática
está en las cárceles. ¿Va a pasar lo mismo en España? De momento están pisando
moqueta aquellos que han boicoteado actos de partidos democráticos en las
universidades. Queda una pregunta, ¿esto es un aviso de lo que va a pasar en
noviembre o simplemente es todo el castigo que los españoles están dispuestos a
dar al PP?
Sí, el PSOE también ha llevado lo
suyo, también debe sacar sus consecuencias y lamerse las heridas de Madrid y
Barcelona, ciudad donde su presencia servirá de poco. Las derrotas pueden ser
definitivas o un aprendizaje que sirva para remontar. De cómo lo gestione cada
uno depende el futuro.
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