Veo con asombro cómo los
políticos se rebajan ante las televisiones. Les veo desfilar uno tras otro
haciendo el panoli ante cámaras y micrófonos para venderse. España está muy
mal, ellos lo saben y se ponen a su nivel. Se rebajan a su nivel.
Dicen que una vez le pidieron un
autógrafo a Julio Anguita y él se negó, indignado, al grito de “yo no soy un
artista”. Muy lejos de sentirme comunista no puedo menos que alabar el criterio
ecléctico del profesor cordobés. Y sin embargo los políticos actuales, desde
los de la casta a los de la caspa, se quieren convertir en vanas estrellas
mediáticas para conseguir votos.
La ruina moral, ética y cultural
de España es tal que ya no se ganan votos con un programa electoral o
pregonándolo en mítines y entrevistas, en mercados populares o en paseos
electorales por las plazas mayores de cada lugar. Aceptando que esos paseos por
plazas y mercados populares son puro teatro y mercadotecnia, me parece una
actuación menos degradante que ir a “El hormiguero” o al programa, se llame
como se llame, de María Teresa Campos. O comentar un partido en la Cope.
La merma de España es la merma de
calidad humana, de calidad democrática, de calidad cultural; la merma de España
es convertir la política, que debe ser seria y rigurosa pues con ella nos
jugamos el futuro, en espectáculo vacío, chusco y grosero.
Si al final resulta, que resulta,
que tocar la guitarra, conducir un cochecito o pegar una divertida colleja a tu
hijo dan votos y resultan importantes para que alguien favorezca o impida
desahucios, suba o baje las pensiones, haya más o menos maestros y médicos es
que España está muy mermada de calidad democrática, de cultura, de inteligencia.
Si hacer el panoli sirve para que un impresentable se presente es que España merece
ser el país de los licenciados camareros de Mc Donalds; si ser chabacano es
electoralmente útil es que somos la España en la que Belén Esteban arrasaría
electoralmente. Si ser populachero ayuda a ganar unas elecciones es que España
se merece tener a miles de universitarios barriendo calles en Alemania.
La merma de España, la merma de
la dignidad, la merma del sentido del ridículo nos lleva a tener unos políticos
chabacanos, indignos y vulgares. Al nivel del pueblo al que representan.
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