Les confieso que muchas veces me
asalta la duda de si el pueblo español es merecedor de los gobiernos que
tenemos o si los gobiernos que tenemos son un castigo para un pueblo noble que
ha escrito grandes páginas de la historia.
Duele tener por representantes a
imbéciles supinos que creen que por sustituir a un rey mago por una mujer
causan algún beneficio a alguien. Son gente tan creída, con egos tan elevados,
que jamás son conscientes de sus limitaciones intelectivas ni de las tonterías
que éstas les llevan a hacer, como saltarse tradiciones milenarias que nos
atañen a todos o, en otros casos, atacar a la religión. La religión ha sido
siempre la bicha de algunos que negaban el voto femenino porque estaban
influidas por los sermones dominicales. Como si alguno de los pocos que van
escuchase con atención en vez de dormitar hasta el “ite, missa est”.
Se llenan la boca de defensa de
las minorías y se olvidan de los intereses de las mayorías. Creen que la causa
de las mujeres se defiende de manera tan banal, que desmontar todo aquello que
signifique tradición es naturalmente bueno y
positivo, que todo lo que haya nacido antes que ellos debe ser sustituido
por sus políticas de artificio y palabra hueca. Creen, infelices, que ir sin
modales ni actitudes educadas los hace mejores, más genuinos, más naturales,
olvidándose de que la dignidad de representarnos debería obligarlos a una indumentaria
y un aspecto más arreglado. Y a una desenvoltura más cuidada. Se llama
civilización.
Pero hay otros representantes que
se las arreglan para ir vestidos elegantemente, tener un porte distinguido y
unas maneras atentas y permitir que haya desahucios de ancianos, de enfermos o
de personas con menores a su cargo. Sí, sí, hay que cumplir las leyes y las
normas, especialmente las reglas económicas y el que no pague debe devolver lo
que posee sin pagar. Vale, ¿y entonces a todos esos señores (empresarios,
deportistas, periodistas) que tienen casa, coche, fama, incluso una televisión
que emite todos los días, por qué se les permite vivir sin pagar sus
millonarias deudas con Hacienda? ¿Por qué no pagar doscientos o trescientos euros
al mes supone arrojarte de tu casa pero no pagar un millón no supone nada?
¿Ven? Aquí están mis dudas. ¿Somos
un pueblo bruto y culpable que se merece estos políticos porque los elige
libremente o somos víctimas de estos políticos brutos y culpables? No sé si
España es una gran duda o una gran deuda…
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