Uno tiene la tentación de decir a
los madrileños que allá ellos y que disfruten lo votado, pero luego cae en la
cuenta de que no, de que los madrileños no votaron a Carmena, sino que ésta
está puesta por la casi desaparecida federación socialista madrileña. Ahora sí:
Allá ellos.
La izquierda lleva una enorme
ventaja a la derecha, al menos en España. Mientras la derecha está acobardada y
escondida, la izquierda, y no hablo de los políticos sino del pueblo, saca
pecho y piensa siempre en hacer apostolado, en predicar su teoría incluso entre
niños de tres años. Si hablo de la nueva izquierda debo decir además que es
revanchista, extremista y leninista. Y chula, como se demuestra en cada
comparecencia de Pablo Iglesias. Uno de los aciertos de Iglesias es haber
conectado con el chulo sabihondo que todos llevamos dentro. Y haberlo
despertado. El eslogan de esta gente es sin duda “¿Quién como yo?”.
A esta nueva izquierda no le
sirve nada que no fluya desde el extremismo al radicalismo pasando por el
absurdo, sea la cabalgata de reyes, sea el carnaval; ellos son los nuevos
profetas divinos que vienen a explicarnos la verdad suprema a los pedestres
humanos. Pero no nos engañemos, la verdad suprema son ellos, sus discursos tan
floridos casi sobran. No pretenden ganar la sociedad sino educarla,
convertirla, dominarla, domarla, gobernarla. Someterla por al arte de la
demagogia. La democracia es para ellos un vehículo momentáneo, del que se
bajarán cuando proceda; la libertad de expresión es una excusa permanente para
evangelizar al pueblo infiel, sea en las televisiones, sea Cortes o en un
teatro de títeres.
Todo es para ellos un mitin,
nunca desprecian una oportunidad de convertir a los descarriados. Cualquier
modo de llevar su mensaje es válido, cualquiera que sea su público es
aceptable, nunca se equivocan, su fe en sí mismos es inacabable, son profetas
señalados por la mano de Maduro. O Chávez. O Castro. O Evo Morales. O todos
ellos más Lenin.
Son personas tan convencidas de
poseer la verdad que jamás tolerarán que otro ser humano esté a su altura
cultural o dialéctica, por lo tanto como seres altamente cualificados no
aceptarán jamás un argumento superior a los suyos, si no encuentran modo de
rebatirlo acudirán al “facha, que eres un facha”. Tenemos la izquierda más
radicalizada de Europa, no podían presuponer que su obra de ahorcados, monjas o
brujas violadas, jueces asesinados iba a molestar a nadie, ni siquiera a niños
de seis años. ¿Se imaginan su sorpresa al ver la reacción de los padres de
estos niños? ¡Qué fachas todos! ¡Qué franquistas!
Si las cosas van como cabe
temerse estos padres y sus hijos son carne de cañón, serán los primeros en ser
destinados a los campos de reeducación, donde serán educados en la verdadera fe
del pueblo. Y después de treinta años de trabajos forzados serán reinsertados y
enterrados. Pero alegrémonos, son nuestros políticos, elegidos libre y
democráticamente por el pueblo de Madrid y, luego sí, aupados por el PSOE.
Han hecho de promocionar lo
vergonzoso su modo de vida; de lo ruin, su prédica; de su altanería, ejemplo. Pretenden
convertir lo marginal en habitual. Cuando escribo no se saben aún las
consecuencias políticas de todo esto, pero la izquierda suele salir inmune de
disparates como este, manipular la mente de niños de seis años y orientarla
políticamente debiera ser gravísimo. La extrema izquierda tiene bula, cuenta
con las simpatías suficientes entre los desesperados causados por la crisis
económica que hasta les ríen las gracias.
¿Saben? La reacción final de los
padres solo vino después de haber aguantado estoicamente escenas de asesinatos,
violencia y abusos. Con niños de tres años delante. ¿No les llama a ustedes la
atención tanto aguante paterno? Sólo con la pancarta proetarra el agua desbordó
el vaso. A estos les ha puesto Carmona y sus socialistas madrileños, los mismos
que quedaron los cuartos en Madrid el pasado 20 de diciembre. A tomar nota.
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