Supongo que cada pueblo genera
los políticos que le corresponden, semejantes a sus propios ciudadanos, con sus
defectos y virtudes. ¿Significa eso que cada pueblo tiene los políticos que se
merece? Hitler ascendió democráticamente, recordemos.
¿Nos merecemos los políticos que
pretenden gobernarnos? Rajoy, nos ha sacado de una crisis que a punto estuvo de
costarnos ser gobernados desde Bruselas, pero ello a costa de grandes
desigualdades y sueldos de miseria. Después de permitir por dejadez la
corrupción que afecta profundamente a su partido es un estorbo que dificulta la
gobernabilidad de España; apartándose, cediendo en sus derechos como cabeza
visible del partido más votado, haría un gran favor a España, con otro líder
los pactos que nos sacasen de este marasmo serían infinitamente más fáciles.
¿Su amor a España no debería estar por encima de sus intereses particulares o
partidistas?
Pablo Iglesias, la estrella
ascendente, el maná del que se alimentan cinco millones de votantes, con la prepotencia
con la que ningunea al PSOE nos ahonda más en una situación inestable y
peligrosa; con su negativa a incluir a Ciudadanos en los pactos (sean de
investidura solo o de gobernabilidad) nos
mantiene en una situación tensa y contraria a los intereses del pueblo que solo
beneficia al excluyente cabecilla bolivariano. ¿Su amor a la clase obrera a los
desheredados no debería llevarle a facilitar la salida de la actual crisis
política? ¿Tirará más de su voluntad el deseo egoísta de unas nuevas
elecciones?
Pedro Sánchez, el dios terrenal que
nos va a sacar de todos los problemas aunque no queramos, incluso contra la
voluntad de su propio partido; il capo di tutti capi que se negó a tomar una
taza de café con Rajoy al que ha insultado repetidamente, el que ha
menospreciado a su propia comisión ejecutiva, ha puesto en peligro su propio
partido y puede poner en riesgo a España. Ha puesto sucesivos palos en las
ruedas de todo intento negociador… hasta que empezó él mismo a negociar,
momento en que, oh, Dios, todo el mundo ha debido rendirle pleitesía. ¿Por qué
ese empeño personalísimo contra todos, sus amigos incluidos, en considerarse el
único salvador posible de la situación tan comprometida en que estamos? ¿Tanto
le cuesta apartarse y aceptar que otras ideas y otras personas de su propio
partido también pueden salvar a los parias de la tierra?
Supongo que cada pueblo genera
los políticos que le corresponden, semejantes a sus propios ciudadanos, con sus
defectos y virtudes. En el momento presente los nuestros anteponen su visión personal,
egoísta y egocéntrica a los intereses generales de España. Todos ellos,
dominados por su orgullo y su amor propio, se creen únicos, irrepetibles, faros
y guías imprescindibles de la política española; todos ellos piensan que sin ellos España está
perdida. Malditos sean.
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