Estos días entre fin de año y
reyes son unos días perdidos, días vacíos de contenido entre dos fiestas muy
señaladas, unos días en los que se está a la espera de lo que esté por llegar
sin saber qué hacer, días que ni fu ni fa, días a los que les falta un hervor,
pasados por agua, que no han llegado a cocer. Situados entre grandes comilonas
y grandes reuniones, son días a los que hay que buscar una ocupación social, un
entretenimiento público, algo que vaya más allá de tamborilear con los dedos en
la mesa.
Son días preciosos para pasar con
los cuñaos, ahora tan denostados y tan relegados al crítico postureo político,
cuando al fin y a la postre todos o casi todos somos cuñaos. En el buen o en el
mal sentido. Cuñaos con los que charlar de lo divino y de lo humano, siempre y
cuando la polémica no termine con deseos recíprocos de exterminio, charlar
mientras llega el café, mientras llega la hora de salir con los niños a ver
quién coge más frío o mientras las señoras se ocupan de los menesteres que les
son propios: recoger y fregar, coser y limpiar.
Y soy muy consciente de que les
he lanzado una burda provocación sexista, tranquilos, señores, y no me echen a
los perros tan temprano… que ya tendrán tiempo y motivos para hacerme
escabechina… es que esto del sexismo y del machismo y estas cosas es algo muy
propio de estas tertulias de amiguetes, de cuñadetes o de vecinetes… en las que
a veces se percibe con claridad cómo la sociedad sigue mansamente los caminos
trillados que nuestros próceres nos indican.
Fácilmente en una tertulia todos
vemos que esto de dividir el trabajo por sexo (estas ocupaciones para los
señores, estas otras para las señoras) es machismo. Hasta ahí todo bien en la
tertulia; todos los cuñaos de acuerdo. Pero las voces se empiezan a levantar y
los ánimos a quebrantar cuando hablamos del machismo de los programas de fin de
año de las televisiones que tan pacientemente sufrimos. Que no me digan ustedes
que ese no es otro tema de sobremesa muy interesante… esperen, esperen, que voy
a ser más concreto. No, no me refiero a los programas de fin de año sino al
vestido que para el programa de fin de año se puso la Pedroche. Sí, esa digo,
Cristina Pedroche y el no vestido que se suele poner para presentar esos
programas…
A mí ese despelote lejos de
parecerme elegante me parece basto, lejos de parecerme fascinador me parece
hortera. Lejos de parecerme un ejemplo de libertad me parece un ejemplo de
esclavitud. Sí, ya sé que esta pedorra dirá que lo hace libremente, que es lo
que dicen las señoras que en pleno uso de sus facultades mentales afirman
vestir libremente uno de esos vestidos jaula, llámese burka, niqab u otras
fórmulas.
Pues estaba yo en que desnudarse,
o semidesnudarse, para atraer más público y por tanto más pesetas al cajón, no
es un ejemplo de libertad sino de sumisión, estaba yo en que eso no es progresismo
sino cromañonismo y estaba yo en que es una prueba de machismo, de atraso, de
sexismo y de retrogradismo, permítanme los palabros que acabo de colocar. Y
estaba yo en que relegar a la mujer a fregar, a coser o a cocinar es tan
machista como dejarla en paños menores para anunciar un coche de marca francesa
y que no se produce en Palencia (¿Se acuerdan de aquel anuncio?), algo tan
machista y criticable como salir en paños menores para anunciar el fin de año
ante el mayor número posible de salidos, bueno…, de espectadores. De
espectadores salidos.
Y en esto, la tertulia, los
cuñaos y hasta los arrimaos se dividen en dos bandos, los que lo ven bueno y
sano en nombre de la libertad femenina y los que ven que la libertad brilla por
su ausencia. La libertad, el buen gusto, la elegancia, la decencia y el saber
estar. Una pregunta para acabar: ¿Hubieran resistido ustedes el susodicho
programa si en nombre de la libertad el presentador, el tal Alberto Chicote,
hubiera salido en tanga y con un plumero en la cabeza? Háganme el esfuerzo,
imagínenselo, venga, venga, solo un instante…
Me voy, señores, ahí se las
apañen ustedes con sus cuñados, y no olviden que si quieren más guerra en
twiter me tienen a su disposición: @pedrodehoyos se despide hasta la semana que
viene.
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Mi artículo semanal para Onda Cero Palencia
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