Palencia es una emoción:

29 noviembre 2017

Palencia, Navidad

Hoy me he levantado optimista, tal vez la música que me acompaña, un poco de jazz que tenía abandonado y recogiendo polvo encima de mi aparato de música, tal vez las endorfinas que el largo paseo que acabo de dar ha liberado, o tal vez simplemente que hoy tocaba. Aprovechen señores que nunca se sabe cuándo va a volver a ocurrir, que la vida me ha enseñado a ver siempre la botella medio vacía.

Y prueba de ese optimismo es que hoy me saltan al teclado del ordenador noticias que en otro momento me habrían pasado desapercibidas. Por ejemplo que tengamos a una mujer comisaria de la Policía me parece una noticia como para tirar cohetes. Que el atractivo navideño de Palencia sea algo simple a la vez que monumental y que lo instalen en la abandonada plaza de la Catedral me parece de nuevo algo para recordar.

Lo de la comisaria es algo que yo había echado en falta desde hace tiempo. Hay profesiones que parecían -dense cuenta, amigos oyentes, de que hablo en pasado- que parecían hechas solo para hombres. No digo ya las profesiones de policía o… conductor de autobuses, profesiones que los años desmasculinizaron hace ya mucho tiempo, sino que encima es jefa, jefa con autoridad, jefa para dar un puñetazo en la mesa en caso de necesidad, jefa para aparecer en las fotos oficiales junto con sesudas autoridades muy barbadas y bigotudas, y también jefa para que se le cuadren hombres barbados y bigotudos. En estos tiempos en que conmemoramos el día de la mujer trabajadora o el día contra el maltrato a la mujer, que tengamos a una mujer policía con mando en plaza me parece de lo más estimulante.

Hablando de esto… aprovecho para mencionar que me parece que estamos haciendo las cosas muy mal cuando hipersexualizamos ya a niñas de trece años, cuando les decimos, escondiendo siempre la palabra, manejando adecuadamente el lenguaje, que deben “estar buenas.” A los trece años, pongamos. Sí, no, no me llamen cosas raras… lo estamos haciendo. Se nos llena la boca hablando de lugares comunes, esos que el feminismo antañón, decimonónico y obsoleto ha hecho propios, y que no niego que haya que combatir duro, pero nos olvidamos de que hay quien viste a su niña de trece años para que “esté buena”. No, ya digo que normalmente nadie lo expresa así, faltaría más, pero uno no tiene más que ponerse los ojos para salir a la calle. Me extenderé sobre ello otro día, que he dicho que hoy me dominaba el optimismo, así que, volvamos al comentario principal, que en Palencia tengamos una comisaria jefa de Policía me parece un regalo casi de navidad. Pedagogía en estado práctico.

Y de navidad es también la otra noticia de la que quería hablarles: el tobogán de 21 metros que se va a instalar en la plaza de la Inmaculada, en la plaza de la catedral, vaya, por si acaso alguno de ustedes, hablando de tobogán, no cae. Bueno, ustedes perdonen, yo en realidad no quería hablarles tanto del tobogán, sino de la plaza en sí. A mí me encanta por su quietud, por su historia, por su aspecto recoleto, por su amplitud. Siempre me ha parecido un espacio digno de mucho más protagonismo urbano del que en realidad tiene; a mi parecer su aire recoleto, que me encanta, insisto, debería verse más matizado por comercios y bares. A mi humilde entender debería tratarse de un lugar de encuentro, un lugar para convivir y no solo lugar de paso, un cruce de caminos entre una zona y otra de Palencia. Parece que alguien se ha dado cuenta también y aunque sea solo por unas cuantas semanas, recuperará su protagonismo, dejará de ser un lugar que está “detrás”, dejará de estar escondida y pasará a ser actor principal de Palencia. Algo deberíamos hacer para que un lugar tan simbólico e histórico deje de estar retirado y pase a ser céntrico. Algún tipo de estímulo habría que poner en juego.

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