Palencia es una emoción:

21 marzo 2007

Jaime Ignacio del Burgo tiene razón

Del Burgo tiene razón, la guerra de Irak fue un inmenso, un monumental error. De Aznar, claro. Está bien que empiecen los populares a arreglar cuentas con los fantasmas del pasado. Y el fantasma no es Aznar, sino la guerra, conste, que más temprano que tarde los propios populares tendrán que arreglar las cuentas con quien les hizo perder unas elecciones y les metió a ellos y a todos nosotros en el galimatías actual en que está enfrascada España con su huero presidente.
Quizá para algunos haga falta recordar que fue una guerra basada en una mentira, en una inmensa manipulación, en un colosal embuste para embaucar a todo el planeta en los planes petroleros del amo del mundo. Una mentira que ha generado decenas de miles de muertos y que aún en la actualidad causa 100 muertos diarios en atentados terroristas. Recordemos que cuando en España hay dos muertos por terrorismo temblamos todos.
Hace bien Jaime Ignacio del Burgo en abrir la espita de los lamentos. Si hay suerte, para España y para su partido, muchos deberían seguirle hasta que a quienes todos sabemos les salgan los colores. El partido Popular necesita una regeneración, hacer borrón y cuenta nueva, para echar a andar sin el lastre de tan oneroso pasado. Lo malo de todo esto es que Del Burgo ha escogido el peor de los momentos políticos para pensar en voz alta, lo que le ha cerrado firmemente las puertas de su futuro político. Buena cuenta darán de él esos buitres políticos que no perdonan una. Los de su mismo partido, quiero decir.
El momento es el peor de los posibles por la proximidad electoral, cuando hay que cerrar filas como sea, el imperialismo de los partidos no admite ni titubeos ni fisuras ni el más leve asomo de crítica, véase cómo andan de calladitos los inconformistas del PSOE. ¿Dónde están Bono y Rodríguez Ibarra? Cerrando filas con los suyos. Pero también es muy inoportuno el momento elegido por Del Burgo porque por fin el PP empieza a sacar milímetros de ventaja a un partido socialista enfangado hasta las orejas en el caso Otegui-De Juana-Batasuna y presionado por una calle de la que se han adueñado las diversas versiones de las fuerzas conservadoras. Justo en este momento, casualmente electoral, un torpísimo Partido Socialista que no consigue explicar su trabajo de los últimos tres años ha tenido que mirar al pasado, a la torpe guerra de Irak, para oponerse a la Oposición e intentar salir de nuevo a flote. ¿Pero es que no hubo aniversario de esta guerra el año pasado? ¿Y hace dos? ¿O lo que no había hace una año ni hace dos era... elecciones? ¡Y Jaime Ignacio del Burgo solidarizándose con la táctica “retrovisora” de Pepiño Blanco!
Lo lamentable de todo esto es que haya esperado hasta ahora para expresar su inconformismo, tantos años después. Hablar a toro pasado es excesivamente fácil para alguien con tanta responsabilidad y tanta experiencia políticas. Tuvo oportunidad de protestar, de quejarse, de manifestar su desacuerdo y no lo hizo, calló y otorgó. Culpablemente. Ahora se da cuenta del error, ahora que él, su partido y España están en un atolladero. Bueno, cada uno el suyo, que son tres atolladeros heterogéneos. Qué imagen más diferente dejaría este político si esto lo hubiese dicho hace cuatro años, si hubiese tenido la honradez de abrir su corazón, levantar la barbilla e irse a casa cuando tal gesto todavía podría haber servido para algo.
Se ha hecho el harakiri político censurando una guerra que ya había condenado hasta el Papa, pero ¿para qué? ¿Para dar armas a sus contrarios?
Pobre, no es nada, no es nadie. Y a partir de ahora, menos.

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