Nuestras fuerzas de seguridad están en alerta por las muchas posibilidades de que Al Qaeda haya decidido volcar de nuevo su atención en nosotros antes de las próximas elecciones. Visto el éxito de la edición anterior es posible que Ben Laden esté decidido a reproducir el 11-M.
Los españoles corremos grave peligro, no basta con la labor preventiva de nuestros cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado (del estado catatónico deberíamos decir si tenemos en cuenta que hace tres años no supieron por donde les daba el aire) sino que los ciudadanos honrados debemos colaborar con las autoridades para encontrar todas las soluciones posibles. No sólo debemos confiar nuestro futuro a las tareas de anticipación que nuestros espías llevan a cabo, todos debemos implicarnos personalmente. Yo mismo he sugerido al Ministerio de Asuntos Exteriores una campaña de concienciación sobre el significado más profundo y trascendente de lo que es la Alianza de Civilizaciones. Moratinos ha tenido sobre su mesa una serie de ideas mías para evitar lo que se nos puede venir encima cada vez que un gobierno convoque elecciones, y ya se sabe que en España convocamos elecciones más que comemos. Lamentablemente no han aprobado ninguna de mis iniciativas.
Se trataba de hacer llegar a Osama Ben Laden los beatíficos propósitos de nuestro Gobierno y de la Alianza de Civilizaciones. ¿Se han preguntado ustedes cómo es posible que algunos no confíen todavía en la Alianza de Civilizaciones? Respuesta única: Porque no la conocen. Pues entonces hay que mostrarles la bondad de nuestras intenciones, tienen que comprobar la amplitud de nuestras sonrisas, la profunda carga semántica de nuestras frases, algo ampulosas, cierto, pero rebosantes de autenticidad y sinceridad, que somos gentes con talante positivo que creemos en la convivencia de todas las razas, religiones y culturas. A no ser que sean del PP, que por ahí no pasa el pueblo español, no lo permita Alá.
Mi idea consistía en confiscar todos los aviones que el imperialismo americano mantiene bombardeando Afganistán. Así, y conducidos por los expertos pilotos de la Alianza de Civilizaciones (rama hispánica), dejaría caer millones de octavillas en castellano, catalán, gallego y vasco poniendo como ejemplo de hermandad perfecta la altruista política cooperadora del Ministerio Español encargado de la Emigración. Yo había pensado que para mayor atractivo y siguiendo la inveterada costumbre española podíamos poner alguna tía buena en biquini que les guiñara un ojo desde el capó de un coche (preferiblemente de marca india o coreana, para que vean lo abiertos que somos a todas las culturas), pero en el Ministerio han pensado que sería pasarse mucho, que esta gente tienen poco trabajadas las costumbres eróticofestivas, dado su aislamiento en las montañas por el acoso imperialista.
Posteriormente se me ocurrió que Pedro Zerolo, que posee un carácter abierto e integrador, siempre dispuesto al entendimiento con los demás, debería lanzarse en paracaídas sobre las montañas donde se ocultan estos personajes y hablarles largamente de lo dulce que puede llegar a ser la vida si todos vamos alegre e intrascendentemente por ella, sonriéndonos, amándonos y abrazándonos continuamente. También en el Ministerio desecharon esta posibilidad porque se imaginaban a Zerolo cayendo por el aire con el burka puesto y lo incómodo que tendría que encontrarse al aterrizar.
Entonces les solté mi mejor apuesta: ganarlos para la causa de la Alianza con ejemplos prácticos de convivencia. ¿Y qué mejor ejemplo de tolerancia y convivencia que las series españolas de mayor éxito? La idea era bombardearles con miles de DVDs de Camera Café, Aida, Siete Vidas, Mis adorables vecinos y varios capítulos de esa inmarcesible joya de tolerancia llamada “Crónicas Marcianas”, en las que quedara clara nuestra tolerancia. La idea era buena, pero Moratinos la rechazó, no fuera que al ver tanta condescendencia con los homosexuales, con el sexo adolescente, con las infidelidades matrimoniales y esas cosas tan occidentalmente decadentes les entrara más prisa por invadirnos y conquistarnos.
Así que mejor dejé de ocuparme en asuntos del Gobierno y me puse a deleitar mi pensamiento con Purita, una vecina algo casquivana pero que está buenísima, que bastante tengo yo con mi propio trabajo como para hacer el de otros que encima cobran lo que cobran.
Los españoles corremos grave peligro, no basta con la labor preventiva de nuestros cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado (del estado catatónico deberíamos decir si tenemos en cuenta que hace tres años no supieron por donde les daba el aire) sino que los ciudadanos honrados debemos colaborar con las autoridades para encontrar todas las soluciones posibles. No sólo debemos confiar nuestro futuro a las tareas de anticipación que nuestros espías llevan a cabo, todos debemos implicarnos personalmente. Yo mismo he sugerido al Ministerio de Asuntos Exteriores una campaña de concienciación sobre el significado más profundo y trascendente de lo que es la Alianza de Civilizaciones. Moratinos ha tenido sobre su mesa una serie de ideas mías para evitar lo que se nos puede venir encima cada vez que un gobierno convoque elecciones, y ya se sabe que en España convocamos elecciones más que comemos. Lamentablemente no han aprobado ninguna de mis iniciativas.
Se trataba de hacer llegar a Osama Ben Laden los beatíficos propósitos de nuestro Gobierno y de la Alianza de Civilizaciones. ¿Se han preguntado ustedes cómo es posible que algunos no confíen todavía en la Alianza de Civilizaciones? Respuesta única: Porque no la conocen. Pues entonces hay que mostrarles la bondad de nuestras intenciones, tienen que comprobar la amplitud de nuestras sonrisas, la profunda carga semántica de nuestras frases, algo ampulosas, cierto, pero rebosantes de autenticidad y sinceridad, que somos gentes con talante positivo que creemos en la convivencia de todas las razas, religiones y culturas. A no ser que sean del PP, que por ahí no pasa el pueblo español, no lo permita Alá.
Mi idea consistía en confiscar todos los aviones que el imperialismo americano mantiene bombardeando Afganistán. Así, y conducidos por los expertos pilotos de la Alianza de Civilizaciones (rama hispánica), dejaría caer millones de octavillas en castellano, catalán, gallego y vasco poniendo como ejemplo de hermandad perfecta la altruista política cooperadora del Ministerio Español encargado de la Emigración. Yo había pensado que para mayor atractivo y siguiendo la inveterada costumbre española podíamos poner alguna tía buena en biquini que les guiñara un ojo desde el capó de un coche (preferiblemente de marca india o coreana, para que vean lo abiertos que somos a todas las culturas), pero en el Ministerio han pensado que sería pasarse mucho, que esta gente tienen poco trabajadas las costumbres eróticofestivas, dado su aislamiento en las montañas por el acoso imperialista.
Posteriormente se me ocurrió que Pedro Zerolo, que posee un carácter abierto e integrador, siempre dispuesto al entendimiento con los demás, debería lanzarse en paracaídas sobre las montañas donde se ocultan estos personajes y hablarles largamente de lo dulce que puede llegar a ser la vida si todos vamos alegre e intrascendentemente por ella, sonriéndonos, amándonos y abrazándonos continuamente. También en el Ministerio desecharon esta posibilidad porque se imaginaban a Zerolo cayendo por el aire con el burka puesto y lo incómodo que tendría que encontrarse al aterrizar.
Entonces les solté mi mejor apuesta: ganarlos para la causa de la Alianza con ejemplos prácticos de convivencia. ¿Y qué mejor ejemplo de tolerancia y convivencia que las series españolas de mayor éxito? La idea era bombardearles con miles de DVDs de Camera Café, Aida, Siete Vidas, Mis adorables vecinos y varios capítulos de esa inmarcesible joya de tolerancia llamada “Crónicas Marcianas”, en las que quedara clara nuestra tolerancia. La idea era buena, pero Moratinos la rechazó, no fuera que al ver tanta condescendencia con los homosexuales, con el sexo adolescente, con las infidelidades matrimoniales y esas cosas tan occidentalmente decadentes les entrara más prisa por invadirnos y conquistarnos.
Así que mejor dejé de ocuparme en asuntos del Gobierno y me puse a deleitar mi pensamiento con Purita, una vecina algo casquivana pero que está buenísima, que bastante tengo yo con mi propio trabajo como para hacer el de otros que encima cobran lo que cobran.
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