Uno lleva bastante tiempo oyendo determinados cantos de sirena (no marina, sino de sirena de alarma) a los nacionalistas catalanes. También me había parecido oírselos a los no menos nacionalistas del Partido Socialista de Cataluña (y es que hay socialistas como los de Cataluña y socialistas como los de Castilla y León, que ni están ni se les espera) pero hay días en que uno se encoge de hombros y dice aquello de “menos lobos, Caperucita”, y sigue a lo suyo, con su vida ordinaria, familia, trabajo, blogs, etc. Vamos, que para qué reaccionar a determinadas provocaciones. Me estoy refiriendo a la permanente insistencia catalanista de que habrá que cambiar la Constitución, nada menos, si el Tribunal Constitucional dictamina que el nuevo y cacareado Estatut es inconstitucional. Digo yo que algo se temen cuando tanto se preocupan.
Ocurre sin embargo que todo ello ha ido almacenándose en el subconsciente de este columnista a la espera de un momento propicio en que aflorara para responder a tal insensatez. Y cuando llega ese momento va uno y lo escribe, para deleite propio, por el mero hecho de escribir, de comunicarse con los lectores y de dar salida a algo que lleva dentro, y también, eso espera, de algunos lectores. Y por lo tanto para el debate con ellos.
Eso de cambiar la Constitución, contra la que por cierto he escrito ya en unas cuantas ocasiones, es la prueba del nueve de lo que algunos entienden por Democracia. Se supone que cualquier constitución, incluso ésta nuestra, obscena, que divide a los españoles en dos categorías, es la norma suprema de un país, que regula toda la vida política de los ciudadanos, y que todas las demás leyes, normas, decretos... son de rango inferior y deben adaptarse a ella.... menos si se trata del Estatut catalán, faltaría más, mire usté.... Si se trata del estatut va la norma suprema y se adapta, debe hacerlo, a los intereses de los... ¿catalanes? No, no, no de los catalanes, que los catalanes ya manifestaron su interés yéndose a la playa el día de la votación.... La Constitución debe adaptarse a los intereses de los... catalanistas, oigausté!!!! Así se han manifestado en numerosas ocasiones aquellos que entienden de democracia lo mismo que yo de vender helados de pistacho. Sólo que yo no hablo nunca de helados de pistacho. Cauto que es uno.
Esta Constitución, que facilita la división de Castilla en cinco autonomías de la señorita Pepis, que permite que los votos de unos cuantos diputados catalanistas o vasquistas influyan en el gobierno, y por lo tanto en la vida común de toda España, mucho más que igual número de diputados murcianos, castellanos o extremeños sigue representando a todos los españoles, incluidos aquellos que la rechazamos, sigue representando el derecho a decidir común a todos los españoles que, según aquellos que se empeñan en regular el destino de todos con unos pocos votos y la complacencia de todos los gobiernos de España hasta ahora, deben adaptarse a las conveniencias políticas de unos cuantos diputados. Catalanistas, eso sí.
O sea que lo mismo que la Constitución debe ceder ante una norma inferior, la totalidad de la ciudadanía debe someterse al interés particular de una corriente de opinión. Minoritaria.
Eso es lo que algunas mentes privilegiadas entienden por democracia
Ocurre sin embargo que todo ello ha ido almacenándose en el subconsciente de este columnista a la espera de un momento propicio en que aflorara para responder a tal insensatez. Y cuando llega ese momento va uno y lo escribe, para deleite propio, por el mero hecho de escribir, de comunicarse con los lectores y de dar salida a algo que lleva dentro, y también, eso espera, de algunos lectores. Y por lo tanto para el debate con ellos.
Eso de cambiar la Constitución, contra la que por cierto he escrito ya en unas cuantas ocasiones, es la prueba del nueve de lo que algunos entienden por Democracia. Se supone que cualquier constitución, incluso ésta nuestra, obscena, que divide a los españoles en dos categorías, es la norma suprema de un país, que regula toda la vida política de los ciudadanos, y que todas las demás leyes, normas, decretos... son de rango inferior y deben adaptarse a ella.... menos si se trata del Estatut catalán, faltaría más, mire usté.... Si se trata del estatut va la norma suprema y se adapta, debe hacerlo, a los intereses de los... ¿catalanes? No, no, no de los catalanes, que los catalanes ya manifestaron su interés yéndose a la playa el día de la votación.... La Constitución debe adaptarse a los intereses de los... catalanistas, oigausté!!!! Así se han manifestado en numerosas ocasiones aquellos que entienden de democracia lo mismo que yo de vender helados de pistacho. Sólo que yo no hablo nunca de helados de pistacho. Cauto que es uno.
Esta Constitución, que facilita la división de Castilla en cinco autonomías de la señorita Pepis, que permite que los votos de unos cuantos diputados catalanistas o vasquistas influyan en el gobierno, y por lo tanto en la vida común de toda España, mucho más que igual número de diputados murcianos, castellanos o extremeños sigue representando a todos los españoles, incluidos aquellos que la rechazamos, sigue representando el derecho a decidir común a todos los españoles que, según aquellos que se empeñan en regular el destino de todos con unos pocos votos y la complacencia de todos los gobiernos de España hasta ahora, deben adaptarse a las conveniencias políticas de unos cuantos diputados. Catalanistas, eso sí.
O sea que lo mismo que la Constitución debe ceder ante una norma inferior, la totalidad de la ciudadanía debe someterse al interés particular de una corriente de opinión. Minoritaria.
Eso es lo que algunas mentes privilegiadas entienden por democracia
No hay comentarios:
Publicar un comentario