Palencia es una emoción:

24 febrero 2008

Si yo fuera Dios

Permítaseme empezar manifestando mi máximo respeto y aprecio por la Religión y los sentimientos religiosos. Yo tengo profundas y sinceras ideas religiosas, conste. Pero Dios podía haber hecho las cosas con mayor perfección; si bien se mira, parte de su obra es perfeccionable. Si a un simple mortal como yo se le ocurren mejoras a su Creación, no entiendo cómo determinadas cosas no se le ocurrieron a Él.

A ver, ¿cuántas veces ha intentado usted, lector, rascarse la espalda y no ha podido ¿Cuántas veces ha tenido que llamar a su esposa, esposo, hijo, hija, para que le echaran, nunca mejor dicho, una mano? ¿Cuántas veces ha tenido que recurrir al tercermundista método de rascarse contra una esquina? ¿Acaso no podía Dios haber sido consciente de semejante fallo creativo y haber previsto que giráramos el brazo también en el sentido inverso? ¿Cuánto costaría en una competitiva empresa actual semejante fallo de diseño? Por menos que eso muchos se quedan en la calle.

Y la gota final. La gota final de pis, digo. ¿Pero tan difícil le resultaría al Sumo Hacedor haber previsto algún mecanismo que evitara el goteo final cuando los caballeros hacemos pis? ¿No se le ocurrió a Dios ningún sistema de evitar que esa puñetera gota final cayera siempre en el suelo? ¡Coño, qué poca imaginación, qué poco estímulo laboral, qué poco deseo de mejorar, qué poco afán de perfección! En un mundo cómo éste, donde el que no está a la altura tiene que echar el cierre, una empresa de ese estilo duraría bien poco. Que haya durado tantos miles de años es incomprensible y sólo puede deberse a la falta de competencia en el sector.

Más: ¿Cómo es que Dios, con su omnipotencia, no concede al ser humano una segunda oportunidad? Que si decimos que rectificar es de sabios habrá por lo menos que conceder esa posibilidad, ¿no? A ver, que estaba yo el otro día con Maripuri. Maripuri llevaba tres años detrás de mí, más de una amorosa mirada la he sorprendido yo en este tiempo. Que cuidao que está de buen ver y de mejor palpar. Hasta que por fin decidí que tenía que entrarle decididamente. Y a mi primera sonrisa se me deshizo entregada a mis arrumacos. Hasta que me fijé en su lunar, que “qué bonito lunar tienes, cómo te hace en la mejilla” le dije. Y todo se acabó instantáneamente, me mandó a la mierda con absoluto desprecio, qué ganas le entraron de arañarme la cara. Cómo podía saber yo la cantidad de complejos que se ocultaban debajo de tan inocente lunar…

¿Cómo Dios no se las arregla para que los humanos tengamos una segunda oportunidad? ¿No es un fallo imperdonable en una Creación que tiene por otra parte multitud de leyes infinitamente más complejas que sin embargo funcionan correctamente? ¿No es un fallo de planificación que un director de personal corregiría fulminantemente?

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