Me escribe, indignado, muy indignado, un lector habitual, o al menos así se presenta. Y me llama traidor. Y el contexto destila rabia y voluntad de ofensa. Me contrapone a los nacionalistas castellanos, orgullosos de serlo, y me dice “Españolista”. Y se supone que por ello soy contrario a Castilla, a la defensa de Castilla, a los intereses de Castilla. Los dos primeros segundos estoy tentado de defenderme, pero luego pienso... ¿de qué? Al final no me resisto a pergeñar unas líneas que pretendo sean breves aunque sé que no lo voy a conseguir.
Claro que España ha perjudicado gravemente a los intereses de los castellanos (“Y de las castellanas” querría decir para hacer una broma y parecerme al lehendakari y otros ejemplos seguramente dignos de imitar para mi virulento interlocutor) ¿Pero acaso los nacionalistas catalanes, vascos, gallegos o campurrianos han defendido a Castilla alguna vez? ¿Por qué montarnos en su carro? ¿Por qué imitar su ejemplo? ¿No son sus intereses y los nuestros radicalmente contrapuestos, no están natural y necesariamente enfrentados? ¿Acaso no pretenden quedarse con la mayor parte de la tarta impositiva de todos, ellos que son los privilegiados de esta España asimétrica, no son ellos los que pretenden un desarrollo estatutario de dos niveles, una España de dos velocidades que les beneficie? Es al pueblo castellano al que los castellanistas deben seguir en vez de empeñarse en que el pueblo les siga a ellos.
Pero más aún, ¿no tiene nuestro pueblo ideales divergentes hasta el infinito, mentalidad radicalmente diferente, intenciones opuestas a las de esos nacionalismos? ¿A quién queremos equipararnos, no se nos ha dicho electoralmente por activa y por pasiva que por ahí no van a “tragar” jamás los votantes? Ésa es nuestra “clientela” y es como es, no como los castellanistas, algunos castellanistas, quieren que sea. Los castellanos son españoles a machamartillo, y ello no me parece necedad sino lógica histórica. Lo que quieren es liderar España, no enfrentarse a ella ni, mucho menos, viajar en el furgón de cola como sucede con esta España de las autonomías de la señorita Pepis.
Y de eso han de valerse quienes quieran defender a Castilla, no pueden negarse a ver una realidad porque no les guste, ya se ha hecho el avestruz demasiadas veces y de ello sólo se ha derivado mayor perjuicio, atraso y abandono para Castilla. Y una gran pérdida de tiempo. ¿Quién es mejor castellano, el que lleva la contraria a Castilla? Es al pueblo castellano al que los castellanistas deben seguir en vez de empeñarse en que el pueblo les siga a ellos.
La lucha de Castilla tiene que ser por liderar España. Liderarla económica, social y culturalmente, lo que significa liderarla políticamente. Castilla tiene que tomar el poder en esta España entregada en manos de políticos que la destruyen por acuerdos para Gobernar el Estado. Para ello hay que empezar por conseguir la unión de todas las autonomías castellanas y para ello hay que concienciar a los ciudadanos. ¿Acaso Madrid no es Castilla, acaso no lo son Cuenca, Guadalajara o La Rioja, donde nació este idioma?
Pero dejémonos de imitar a todo el mundo menos a los castellanos, dejémonos de mirarnos en espejos ajenos, pensemos en nuestros problemas y busquemos nuestras soluciones en nuestras tierras y nuestras gentes. Es al pueblo castellano al que los castellanistas deben seguir en vez de empeñarse en que el pueblo les siga a ellos. Castilla es tierra de gentes que renunciaron a su independencia para liderar España. Pues dejémonos de vainas.
Al final no he conseguido ser breve.
Claro que España ha perjudicado gravemente a los intereses de los castellanos (“Y de las castellanas” querría decir para hacer una broma y parecerme al lehendakari y otros ejemplos seguramente dignos de imitar para mi virulento interlocutor) ¿Pero acaso los nacionalistas catalanes, vascos, gallegos o campurrianos han defendido a Castilla alguna vez? ¿Por qué montarnos en su carro? ¿Por qué imitar su ejemplo? ¿No son sus intereses y los nuestros radicalmente contrapuestos, no están natural y necesariamente enfrentados? ¿Acaso no pretenden quedarse con la mayor parte de la tarta impositiva de todos, ellos que son los privilegiados de esta España asimétrica, no son ellos los que pretenden un desarrollo estatutario de dos niveles, una España de dos velocidades que les beneficie? Es al pueblo castellano al que los castellanistas deben seguir en vez de empeñarse en que el pueblo les siga a ellos.
Pero más aún, ¿no tiene nuestro pueblo ideales divergentes hasta el infinito, mentalidad radicalmente diferente, intenciones opuestas a las de esos nacionalismos? ¿A quién queremos equipararnos, no se nos ha dicho electoralmente por activa y por pasiva que por ahí no van a “tragar” jamás los votantes? Ésa es nuestra “clientela” y es como es, no como los castellanistas, algunos castellanistas, quieren que sea. Los castellanos son españoles a machamartillo, y ello no me parece necedad sino lógica histórica. Lo que quieren es liderar España, no enfrentarse a ella ni, mucho menos, viajar en el furgón de cola como sucede con esta España de las autonomías de la señorita Pepis.
Y de eso han de valerse quienes quieran defender a Castilla, no pueden negarse a ver una realidad porque no les guste, ya se ha hecho el avestruz demasiadas veces y de ello sólo se ha derivado mayor perjuicio, atraso y abandono para Castilla. Y una gran pérdida de tiempo. ¿Quién es mejor castellano, el que lleva la contraria a Castilla? Es al pueblo castellano al que los castellanistas deben seguir en vez de empeñarse en que el pueblo les siga a ellos.
La lucha de Castilla tiene que ser por liderar España. Liderarla económica, social y culturalmente, lo que significa liderarla políticamente. Castilla tiene que tomar el poder en esta España entregada en manos de políticos que la destruyen por acuerdos para Gobernar el Estado. Para ello hay que empezar por conseguir la unión de todas las autonomías castellanas y para ello hay que concienciar a los ciudadanos. ¿Acaso Madrid no es Castilla, acaso no lo son Cuenca, Guadalajara o La Rioja, donde nació este idioma?
Pero dejémonos de imitar a todo el mundo menos a los castellanos, dejémonos de mirarnos en espejos ajenos, pensemos en nuestros problemas y busquemos nuestras soluciones en nuestras tierras y nuestras gentes. Es al pueblo castellano al que los castellanistas deben seguir en vez de empeñarse en que el pueblo les siga a ellos. Castilla es tierra de gentes que renunciaron a su independencia para liderar España. Pues dejémonos de vainas.
Al final no he conseguido ser breve.
2 comentarios:
Me pregunto qué autoridad se atribuyen algunas personas para decidir quién es o no castellano en esta tierra.
Con ejemplos como este, Pedro, cada vez estoy más convencido de que las ideologías nos limitan, impiden ver más allá de las líneas que marcan sus límites, fuera de ellas aún podemos ser libres.
Continúa con tu labor, escribiendo lo que piensas, sin casarte con nadie, y no hagas caso de una opinión «limitada», que nosotros seguiremos leyéndote.
Desde Burgos un cordial saludo.
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Nex_
Gracias, Nexcor. Creo que efectivamente,las ideologías pueden limitar tanto nuestro conocimiento de la realidad como nuestra respuesta ante los acontecimientos.
La libertad de mente está reñida con la disciplina de partido.
Un saludo.
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