Palencia es una emoción:

23 junio 2010

Un poco más de dignidad para Sara Carbonero

Conste que el fútbol dejó de interesarme hace veinticinco años. Dejé de ir cada dos domingos a ver a mi Venta de Baños CF y dejé, poco a poco, de ver partidos por televisión. Es lo que "tira" una novia que con el tiempo se convirtió en esposa. Así que cómo no voy a comprender a Iker Casillas que se ha metido a portero de la selección española (ésa que llaman “la roja”, seguro que como propaganda subliminal) para estar con su novia, a la que alguien ha enviado a Sudáfrica para..., para... Bueno, no sé para qué pero Telecinco la ha enviado allí.

No sé qué tienen los futbolistas, al menos los españoles, que se pillan unos pibones de tres pares de narices, será que lo da la fama. O el dinero. O salir en las fotos. O la fama, el dinero y las fotos. Antes las novias nos escogían, siempre eran ellas las que escogían, porque les gustábamos. No había más fotos que las de la boda, ni más dinero que el de la hipoteca del piso. La fama la teníamos en casa a la hora de comer, y exclusivamente en casa de la suegra. Para ahorrar, quiero decir.

El caso es que los aficionados rojos (“de la roja”, pues “rojos”, ¿no?) andan perdiendo el oremus por Telecinco y sus retransmisiones. Por si acaso el fútbol no era ya el opio del pueblo, esta cadena (¿”Cadena”? ¡Qué nombre tan de váter!) da una vuelta de tuerca a los programas basura y junta en un solo chou las tres mayores necesidades del espectador medio: Furbo, “carne joven y fresca” y cotilleo social inmisericorde. Cuadratura del círculo y éxito asegurado, coño. La pela es la pela y Telahinco sabe cómo explotar el morbo del populacho.

Los extranjeros, como son unos envidiosos y unos tocapelotas, le han echado a la buena de Sara (conste que a mí no me parece tan buenorra, hay algunas otras que...) las culpas de lo de Suiza, en vez de cargar contra el entrenador que es lo que hacemos siempre los civilizados españoles, que es lo que haremos los españoles después de lo de Chile. Nunca les vi meterse por este motivo con Beckam (¿se escribía así? ¿Éste sigue en el planeta del furbo?) ni con su escuálida compañera. Que, por cierto, anda que no era fea ni nada, la pobre. Ya digo, si es que son unos envidiosos estos extranjeros.

No es que Sara Carbonero se esté vendiendo por un plato de lentejas ni que se esté prostituyendo, pero alguien debería decirle que el vulgo se enchufa a sus entrevistas por el morbazo rastrero y sanchopancesco que les produce y no porque su trabajo sea interesante, provechoso o furbolísticamente sabroso. Lo que está prostituyendo es el periodismo, claro, por eso ha intervenido el presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, Fernando González Urbaneja, para quejarse de lo que Telecinco está haciendo con la pobre “estarlet”. Hubo un tiempo en que la palabra “starlette” se popularizó para ridiculizar a algunas banales aspirantes a estrellas, generalmente carentes de otras dotes más allá de unas redondeces prominentes. ¿No vendría bien recuperar esta bárbara palabreja?

Dado que la chavalilla está contratada por lo que está contratada sospecho que González Urbaneja tiene toda la razón del mundo periodístico interplanetario y que Doña Bibiana Abortista debería entrometerse en el asunto y reclamar un poco más de dignidad para Sara Carbonero y un poco más de dignidad para la mujer española (bueno, lo de “española” lo pueden borrar; hablar de cualquier cosa española suena a franquismo, por eso nos hemos inventado lo de “la roja”, ya digo). Cuando yo era niño veía todas las tardes de verano un refrán insultante que se grabó en mi memoria: “A muller e a sartén na cociña están ben”. Claro que ya no estamos en tiempos denigrantes para la mujer como aquellos del franquismo, ahora hemos evolucionado mucho y ahora se permite a la mujer salir de la cocina y dejar la sartén para desnudarse insinuantemente y vendernos un desodorante. Se acabó el franquismo, viva el Zapaterismo, viva la mujer liberada de la cocina.

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