Palencia es una emoción:

17 septiembre 2010

El país que padecemos

Reconozco que me gustaría haber visto alguno de los videos de UGT que tanta polémica han levantado. En definitiva hay que reconocer que quienes lo han planificado han conseguido sus objetivos, precisamente para eso se han diseñado: para la polémica. Lamento no haber visto al menos uno.
Sin embargo los miles de críticas que he leído sobre el vocabulario empleado me valen para admitirlos como algo habitual del paisaje español, el escándalo se me antoja muy elevado en una sociedad que ve con normalidad series de televisión en las que los profesores de un instituto mantienen relaciones sexuales con sus alumnos. Y a quien lo critica se le llama facha.
En un país que ha renunciado al control y la educación de sus hijos (Pobres, que no se nos "traumen", como en cierta ocasión me dijo una madre) hay que entender como normal que los gobiernos, de uno u otro nivel, que están endeudados hasta las pestañas se gasten miles de euros en entretenimientos sexuales para sus votantes más jóvenes. Si la famosa web catalana o los talleres extremeños para que los chavales aprendieran a masturbarse recibían el apoyo económico institucional ¿vamos a escandalizarnos por unas palabrotas malsonantes en unos anuncios sindicales? ¿Pero hay algo más malsonante que esta huelga que teóricamente no va contra el gobierno cuya inhibición y pasotismo han coadyuvado a la decadencia económica y laboral actual?
Los videos de UGT, por muy groseros que sean, encajan a la perfección en una sociedad que blasfema con la misma normalidad con que escupe al suelo los huesos de aceituna que consume en la tasca habitual. No destacan en un mundo "todovalista", que se permite el inmenso lujo de no escandalizarse ante las nóminas impagadas de los mineros. Coño, ¿y ante las palabrotas sindicales sí?
Recientemente el ayuntamiento de Málaga ha tenido que recurrir a anunciar que multará a quien realice el acto sexual (eso que antaño recibía el ajado, caduco y trasnochado nombre de fornicar) en la vía pública. Pero sólo si el lúdico acontecimiento tiene lugar a doscientos metros de casas, colegios, o centros comerciales, oiga usté. Si no es así... Ése es el mundo que hemos construido, señores, entre ustedes y yo.
Si hay que multar algo así es que estamos demasiado resignados y que deberíamos escandalizarnos por otras cuestiones morales: tener mineros encerrados para poder cobrar lo que es suyo, por ejemplo

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