No, todavía no me tiren piedras. Éste que firma, de ser algo futbolísticamente, es madridista. Blanco como la espuma blanca. La verdad, por completar una imagen más exacta, es que no soy nada comparado con lo que fui. Eso sí, de barcelonista no tengo nada, salvo un amigo infelizmente equivocado. Antes me hago trapense.
Pero lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. Y antes que futbolista, mecánico o hermana ursulina hay que ser persona. Y en ello es donde falla el afamado técnico portugués. Sin duda es genial, maravilloso, excelso y único. Pero también es genuinamente orgulloso, egocéntrico y memo. Creo que le acaban de nombrar como mejor entrenador, no sé si de Europa, de España o del mundo mundial, no sé si del mes, del año o de la década. Me da igual.
Nadie puede ser tan provocador como este portugués tan vanidoso, pedante y fatuo que resulta atragantante hasta para los que preferimos al Real Madrid antes que una semana en una isla desierta con una de aquellas musas del destape de los años ochenta. (Tranquilidad en la parroquia, imagínense cómo estarán en 2011 esas musas, prefiero a mi vecina la ortopédica. Y no, no se lo llamamos precisamente porque sea la dueña de la ortopedia de la esquina)
El tal Mouriño emana irresponsabilidad, provocación y falta de respeto a los demás y al trabajo de los demás por cada uno de sus poros, cada una de sus miradas es desprecio en tecnicolor y “sensurraun”, cada una de sus palabras es muestra de sus repetidos y fracasados intentos de superar un complejo de inferioridad que a saber desde cuándo arrastra. Si yo fuese empresario y deseara derrotar a la competencia trataría de que lo ficharan como relaciones públicas, como imagen de la empresa o como director del departamento de relaciones laborales.
España tiene a Kiko Rivera, a Karmele Marchante y a María Lapiedra. Portugal ha reunido a los tres (la “catetez” del primero, la desvergüenza de la segunda y la desnudez intelectual de la tercera) en una sola persona y, como pesado signo de los tiempos, ha conseguido colocarlo de entrenador del Real Madrid. A los madridistas debería darles vergüenza, a los exmadridistas nos la da, y a cualquier educador debe producirle sarpullidos en el alma educativa. A los seguidores de los demás equipos les da pena. O risa, depende.
Yo quiero que el Madrid gane la liga, la copa, la supercopa, la superliga y la partida de mus del bar de la esquina, pero no a cualquier precio, no teniendo a este impresentable dirigiendo el equipo. Claro, la pregunta que me surge inmediatamente es quién ha fichado a este individuo, quién lo ha supervisado y quién lo ha autorizado. Luego nos quejamos de que el Barça se lo lleva todo. Y no sólo es porque el presidente del ¿gobierno? sea seguidor, aunque dados los tiempos que corren seguramente algo ayudará.
Una pregunta más ¿...a del Bosque lo echaron porque es malo o porque es modesto, tiene bigote y parece de pueblo? Me lo expliquen, oiga.
2 comentarios:
El Madrid necesita serenidad, pero con este presidente lo veo complicado, para los negocios interesa más todo este bullicio.
Aunque en muchas cosas estoy de acuerdo contigo, es bastante sensato en muchas ocasiones, y es políticamente incorrecto casi siempre, lo cual me agrada, y suponía que a tí también.
Amigo Miguel Ángel, claro que me gustan los políticamente incorrectos, lo he contado muchas veces, pero en este caso la incorrección consiste en ser prepotente y dominante, creerse superior a sus propios compañeros.
Lo que me interesa es el que lleva la contraria a la sociedad, aquel que rema contra la corriente dominante, el que lucha por salirse del carril por el que circulan los demás, con la intención de hacer un mundo mejor.
No me parece que sea el caso de Mourinho. Gracias por leerme, yo también te sigo
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