Un grupo de la sana, democrática y revolucionaria juventud universitaria española ha asaltado la capilla de la Universidad Complutense, se ha desnudado parcialmente en el altar y ha causado destrozos, alborotos y pintadas en su interior. Como muestra pacífica de su talante respetuoso, conciliador y tolerante vociferaron unas cuantas blasfemias, también muestra de su intelectualidad y su alto nivel cultural.
Eso les pasa a los católicos por tener capillas en la universidad, ofendiendo y causando daño a esta sana juventud que sólo busca la construcción de un Estado tolerante, respetuoso y laico, donde la universidad sea correa de trasmisión del saber pacífico, de la condescendencia con las ideas de los demás, así como de comprensión con los sentimientos nobles de los demás.
Es admirable la paciencia de estos jóvenes que durante años han admitido sin rechistar la dañina presencia de un centro religioso, y por lo tanto contrario a la verdad, al saber y a la objetividad, sin tomar medida alguna, aceptando calladamente la cerril presencia de la perniciosa, humillante y fatigosa espiritualidad en lo que debería haber sido exclusivamente un centro de materialismo estatal. Piense el lector el atroz sufrimiento de estos resignados jóvenes liberales y abiertos de mente cada vez que camino de sus triunfantes estudios, sin duda fruto de un ímprobo esfuerzo de mejora personal en pro de la clase obrera, pasaran por las inmediaciones de este recinto donde se concentraba tanta manipulación, tanta superstición y brujería. ¿Cómo no iban a reaccionar con la justicia con que lo han hecho al ver la ofensiva presencia de la cruz cristiana?
La universidad debería reconocer sus esfuerzos a favor de una sociedad más próspera otorgándoles una condecoración de alto estanding que puedan portar orgullosamente en sus jóvenes y progresistas pechos. La Cruz de Hierro sería la insignia que mejor luciría sobre ellos. ¡Qué menos! En su defecto también se les podría colocar la nariz roja que distingue una de las más nobles profesiones del mundo.
1 comentario:
Nuestra juventud es lo que hemos hecho de ellos. Por qué iban a salvarse los universitarios de la nueva moral (la ausencia de tal cosa) imperante.
Tenemos exáctamente lo que nos merecemos. Y esto no va a parar ni a mejorar 'porque sí'.
Publicar un comentario