El cantamañanas es un espécimen muy frecuente en la fauna urbanícola ibérica. Como compensación a sus limitaciones intelectuales está generalmente tan bien provisto de cualidades oratorias como bien dotado de firmeza y seguridad en sí mismo para mantener sus aseveraciones aún a costa del respeto a las personas de mayor capacidad e integridad que le rodean.
El cantamañanas no es consciente de que es un cantamañanas, de la misma forma que los reptiles no saben que son reptiles. Se esconde detrás de argumentos sonoros, bien poblados de injurias, desprecios religiosos o prejuicios racistas a pesar de que se llena la boca hablando de democracia y respeto a los demás.
A semejanza de las alimañas salvajes puede camuflarse en el entorno para pasar desapercibido y saltar sobre su confiada presa. Se le conocen variados disfraces con los que hacerse pasar por empleado, funcionario, sindicalista de cuello duro o radical predicador político. Dada su capacidad de adaptación al terreno estas prédicas pueden ser tanto de de derechas o de izquierdas, alternándolas con soltura, pues si el camaleón cambia de piel dos veces al año el cantamañanas se permite cambiar de chaqueta cuando le place.
Se cree el cantamañanas miembro de una estirpe especial, con derecho a imponer a voces sus ideas, a desdeñar a los demás y a despreciar el silencio y la discreción ajenos, lo que dada su cortedad de miras y sus carencias culturales le vuelve insociable y peligroso para la convivencia. Si bien su linaje se hunde ciertamente en la historia de la humanidad, es en los albores de este siglo XXI cuando está colonizando nuevos hábitats, poniendo en peligro la serenidad social y el progreso popular gracias a su lengua.
Porque como es sabido el cantamañanas tiene una lengua muy larga, generalmente mucho más larga que su propio cuerpo, dotada de una punta pegajosa que se adhiere a su víctima a la que generalmente elimina, si bien se conocen víctimas infinitamente más hábiles y sagaces que su victimario que escaparon haciendo un corte de mangas al camaleónico cantamañanas.
El cantamañanas es empecinadamente arborícola y no hay manera de hacerle bajarse de sus teorías, pues jamás se plantea la posibilidad de haberse equivocado; no sólo tiene razón permanentemente, sino que siente enorme desprecio de los demás por no ser semidioses a su altura sino míseros infelices sometidos indignamente a la dura condición humana.
Los servicios públicos de protección de la naturaleza le consideran una plaga que pone en peligro la existencia de otras especies sanas y provechosas para la sociedad por lo que se han tomado medidas para acabar con ellos como se acabó con los topillos que destrozaban nuestros campos.
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