Conste, para tranquilizar el subidón sanguíneo de algún lector, que a mí personalmente me trae al pairo donde descanse eternamente el dictador. Porque supongo que todos estamos de acuerdo en que era un dictador. Miren, lleva ahí treinta años y nadie, de no ser por Zapatero y su empeño en pasar la guerra civil por la moviola a ver si era capaz de ganarla, se acordaría de él. Franco es el pasado del que nadie se acuerda, Franco es el paradigma de lo que el 99% de los españoles no quiere volver a ver, Franco es la España en blanco y negro en época de la TDT y cine 3D. Si los patéticos empeños zapateriles de revisar la Historia no le hubiesen puesto de actualidad, de Franco ya no se hubiesen acordado nuestros nietos.
Los zapateristas, que son una facción a punto de desaparecer del PSOE, se empeñan en desenterrar al muerto más muerto de España como si eso nos fuese a solucionar los problemas, paro, crisis, empresas cerradas, hundimiento de la economía, carencia de crédito… en que está sumida España. El ya caduco zapaterismo debe creer que el ciudadano medio tiene tanta preocupación por el Valle de los Caídos como por las pensiones en crisis, los recortes sociales que se nos avecinan o el retraso en las jubilaciones.
Quizá por eso se han empeñado en pasear a Franco por todos los informativos de radio, los telediarios y por todas las portadas de prensa más que a Belén Esteban. Así al pobre hombre le tenemos redivivo cual Cid del siglo XXI, dispuesto a ganar batallas. Si pudiera, que no puede porque casi no le quedan vasallos que le sirvan; ahora la juventud está demasiado ocupada mirando a su futuro como parado o como emigrante para andar preocupándose por Franco. Y sin embargo ahí tenemos al zapaterismo agonizante empeñado en insuflarle ánimo vital póstumo a la momia del Valle de los Caídos.
Yo empiezo a pensar que es bueno que nos paseen a Franco por todos los caminos como Juana La Loca paseó al putero Don Felipe el Hermoso, que tal parecía que el hombre, aunque muerto, seguía recorriendo los caminos de Castilla en pos de casas de lenocinio y disfrute genital. Imagínense a España olvidándose del paro (oiga, que son cinco millones, ¡eh!) y reunidos en torno al televisor familiar para seguir el capítulo CCCXCVIII de “El paso del Dictador por Sierra Morena”. Adiós a Gran Hermano, adiós a “La Noria”, adiós al jodío Cuco, adiós a “Sálvame de luxe” y toda esa caterva de mariconadas televisivas con las que cada noche media España alimenta su cerebro. Es que rejuvenezco sólo de imaginarme las escenas, la tele se me va automáticamente al blanco y negro y escucho a Matías Prats, (el abuelo, conste) describiendo “el itinerario que en el día de hoy ha recorrido el féretro de su Excelencia”. Así, sin más, tendríamos la sociedad española exactamente como cada noche: nutriendo sus neuronas de basura catódica.
Pero ¿y si Zapa tuviera razón? Imagínese que sacando a Franco a la calle, como antes se sacaba a los santos para que lloviese, se solucionara el paro. ¡Canasta de tres puntos para el PSOE (Bueno, algo “rascaría” también Rajoy) y España sin parir nuevos emigrantes ni desempleados! ¿Que el paro seguía exactamente igual, la economía de capa caída y España hecha unos zorros? Bueno, ¿y lo que nos íbamos a entretener viendo todos los miércoles la sesión de Las Cortes hablando del asuntito en vez de hablar de los problemas de España y sus soluciones?
PD: ¿No explica la obsesión del PSOE con Franco y la Iglesia, en vez de pensar en los problemas económicos y en afrontar el futuro, su derrota electoral?
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