A veces hay noticias poco
importantes que nos sorprenden. Por su trascendencia entre nosotros pasarían
desapercibidas pero si nos detenemos a examinarlas y a pensar en sus contenidos…
empezaríamos a ser políticamente incorrectos.
A usted no le importa lo que ocurra en Sudáfrica. Nadie sabe nada de
Sudáfrica, más allá del futbolístico campeonato del mundo de hace dos veranos.
Sudáfrica es un país intrascendente para nosotros, no tiene la más mínima
influencia sobre nuestras maneras de pensar o de actuar, no modifica nuestras
costumbres ni nuestras actitudes.
A mí sí me ha hecho pensar una
noticia que casi pasa desapercibida en un rincón de n diario digital. En
Sudáfrica han prohibido el porno, vaya putada. ¿Para qué queremos canal plus si
no hay porno? ¿Qué es de la vida sin un par de tetas que llevarse a los ojos?
Ah, no, no se me olvidaba, ¿y qué es de la libertad de prensa, de la libertad
de creación, de la libertad artística si no hay porno? Pues vaya una democracia
de chichinabo la sudafricana si no hay porno. ¿Puede un país ser demócrata de
verdad si se prohíbe el porno? ¿Sin porno hay democracia?
Pues ya ve usted por dónde en
Sudáfrica han prohibido el porno para defender la dignidad del a mujer. ¡Qué chorrada,
la dignidad de una mujer! ¿Acaso la dignidad de una mujer se pierde porque
salga en cueros a vender un coche de última generación? ¿Puede ser un
menosprecio a la mujer hacer que una actriz se desnude delante de varios
millones de espectadores y simule un orgasmo porque alguien le regale una
colonia de marca señaladísima y de precio elevadísimo? ¿Se rebaja una cantante
porque para vender su música salga con un ajustadísimo tanga a los escenarios?
¡Con lo buenorra que está!
¿El coche, la colonia, la canción
serían las mismas si las vendiese una señora vestida? ¿Lo compraríamos los
hombres igualmente? ¿No deberían las feministas que tanto exageran, y frecuentemente
con razón, por las ofensas de los hombres a la mujer salir en manifestación a
demandar que coches, colonias y música se vendieran por lo que realmente son y
no porque quien las publicite enseñe más o menos teta?
Pero, ustedes perdonen, no crean
que yo pienso de esa manera; pensar así sería ser un sudafricano atrasado,
troglodita y tercermundista. Pedir a las feministas de la escuela de Bibiana
Aido o Leyre Pajín que protesten contra las pelis porno o contra una actriz de
poderosos pechos e insinuantes caderas sería ponerme en una senda conservadora,
peligrosamente clerical y torpemente facha, y no, ah, no, facha yo no, oiga, ni
mucho menos, faltaría más.
Además, pretender frenar la
libertad de creación, la libertad artística y la libertad de expresión en
nombre de la dignidad femenina sería oponerme a la Libertad. La que quiera
prostituirse que se prostituya, oigausté, para eso está la libertad de mercado,
lo que me lleva a gritar ¡Viva el capitalismo! ¿Acaso existe la prostitución en
Cuba? ¡Que le pregunten a Fidel! ¿Y en Corea del Norte, acaso creen ustedes que
hay prostitución en los paraísos comunistas?
2 comentarios:
Vuelves a tu línea mordaz. Genial artículo, Pedro.
Gracias, Javier, una vez más...
Publicar un comentario