Estoy convencido de que no
seremos un país moderno mientras cada gobierno se dedique a deshacer lo que ha
hecho el otro. Sí, siempre habrá reformas necesarias de leyes anteriores, pero
nunca construiremos un país si nos dedicamos a derribar lo que ha hecho el
anterior. Hay cosas suficientemente graves que deben consensuarse porque deben
durar, deben ser estables.
No es de recibo que un gobierno eche
abajo la ley del aborto del anterior partido, quien a su vez anuncia que volverá
a restituir “su” ley cuando alcance el poder. Y pongamos que me refiero también
a leyes económicas, laborales o fiscales. O al funcionamiento de RTVE, por
ejemplo. Ha de haber un orden y una estabilidad, levantar y echar abajo
sucesiva e indefinidamente determinadas leyes no marca un buen camino.
A Julia Otero le acaba de dar un
programa en TVE la cúpula dirigente que
todavía pervive desde el gobierno socialista, muchos son los que desde la prensa
acucian a los populares a realizar unos cambios que no son fáciles de llevar a
cabo según los acuerdos existentes. Puestas las cosas así ha llegado la
contratación de Julia Otero y el consiguiente cabreo del PP que verá duramente
criticada su actuación en un medio que lejos de haber sido nunca neutral o “de
todos” siempre se ha distinguido por ser portavoz del grupo mayoritario en las
Cortes.
Julia Otero es ahora mismo un
verso suelto en Onda Cero y lleva sus posiciones progresistas, a veces extremadas y siempre discordantes con las de la emisora, cada tarde a un grupo
numeroso de oyentes. En la emisora, que no suelo escuchar a esas horas,
desempeña un papel diferente al de los otros programas cubriendo así un grupo
de anunciantes y clientes que los demás presentadores dejan de lado. Es una
manera de encender una vela a Dios y otra al diablo por parte de la familia
dueña de la emisora.
Y es que en España da miedo
defender de plano posiciones conservadoras, arrastramos demasiados complejos y
casi nadie quiere definirse de derechas. “Nene, caca” deben decirse miles de
votantes cuando se descubren a sí mismos defendiendo posiciones conservadoras. “Facha,
franquista” se autocalifican muchos ciudadanos cuando se miran para afeitarse…
(o ciudadanas para maquillarse, señoras Aido y Pajín, calma) asustándose de que
su vecino o su compañero de trabajo le descubra en semejantes malos
pensamientos. “Antes, maricón, que es más aceptable socialmente”.
Quizá en la televisión pública
llegue a desempeñar una posición semejante y en unos meses veamos a
presentadores conservadores bailando el agua al PP. Es lo que tiene que cada
poco tiempo cambie el gobierno, que han de cambiar todas las estructuras del
Estado, incluso aquellas que para bien de todos deberían ser consensuadas e
inalterables.
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