Palencia es una emoción:

02 mayo 2012

Dos de mayo: es España, oiga


Otro año más ha pasado sin pena ni gloria la fecha del dos de mayo, la fecha en que los españoles nos unimos para recobrar la dignidad nacional y con ella la libertad. Por encima de la fecha de la Constitución y junto a la del doce de octubre, ésta debería ser una de las fiestas grandes de toda España, sin embargo es fiesta sólo en Madrid.

Si bien fue en la castellana capital donde empezó la rebelión popular al ver que los franceses se llevaban al destierro a la monarquía española, que era el símbolo más sagrado que representaba a la nación, la rebelión contra los enemigos invasores prendió como no podía ser de otra forma en toda España. Desde las escarpadas cumbres el Bruch donde un tambor acobardó al ejército francés, a San Marcial, pasando por infinidad de batallas de todos los tamaños, toda España participó unida en una sola causa. Molins de Rei, Uclés, Santa Engracia, Chiclana, Fuentes de Oñoro o Rioseco son sólo unos pocos nombres de batallas que pueden extenderse a toda la nación.

Porque fue la nación española la que se rebeló, fuera de sus élites, desde las capas más iletradas, pobres y sencillas. Que las gentes salieran a la calle peleando contra el ejército más formidable de la época con palos, cuchillos y macetas debería ser honor que nos distinguiera. Es quizá una de las epopeyas que más nos unió y por ello debería ser celebrada, más que la conquista de América, tarea que llevó a cabo Castilla con la ausencia de Aragón. Es también una ocasión en que el origen de la defensa de España estuvo en el pueblo, en las clases populares y no en el ejército, que se sumaría inmediata pero posteriormente a la rebelión antinapoleónica.

Es sólo propio de una nación acomplejada, triste y desorientada minusvalorar sus gestas heroicas, propio de quienes tienen a buen tono hablar en inglés (marketing, chatear, OK, puenting, parking)  en vez de hacerlo en el idioma propio, de quienes consideran que echar espumarajos por la boca en forma de blasfemia es cosa de hombres valientes y aguerridos.

Me dicen que mejor habría sido dejarse llevar por Pepe Botella y sus secuaces, que hoy seríamos ilustrados franceses y no iletrados españoles, que hoy hablaríamos francés y seríamos más cultos. Siendo todo lo anterior falso y absurdo siempre subsistiría una maldita palabra que los franpañoles nos repetiríamos constantemente ¿Y la libertad, oiga?

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