He tomado prestado el título del
artículo de un diario digital para encabezar este artículo. Que el anterior
gobierno de Castilla La Mancha (permítanme acercar el ascua a mi sardina y preguntar
cuándo va a existir una Castilla-La Tierra de Campos o una Castilla-La
Alcarria) tuviera una nave guardando regalos por valor de más de tres millones
y medio de euros es un ejemplo penoso, sólo uno más, de la manta de incapaces
que hemos tenido dirigiéndonos. La culpa es nuestra por escogerlos y no
controlarlos.
Éste es el momento en que el
señor Barreda y sus ministrillos autonómicos deberían salir a dar cumplidísimas
explicaciones a todos los contribuyentes, pidieran perdón, se cubrieran las
respectivas cabezas de ceniza y entraran voluntariamente en prisión hasta que
se aclarase todo el asunto. Que se inviertan millones de euros de los costosísimos
impuestos de todos los ciudadanos en televisiones, libros, sillones y otros
productos tecnológicos en regalos es muestra de la poca consideración que nos
tenían quienes eran nuestros empleados más escogidos.
Este ramillete de sinvergüenzas
que holgaban a costa de nuestros esfuerzos ni siquiera compraban con vista. No
hablo ya del “tanto tengo, tanto puedo gastarme”, sino de “tantos regalos
quiero dar, tantos debo comprar”, de
modo y manera que cientos de ellos quedan almacenados sin utilildad,
perdiéndose de esta absurda manera tres millones seiscientos mil euros sacados
de nuestros bolsillo para… para absolutamente nada. Bueno, para tirarlos en una
nave abandonada.
Es hora de que la Justicia entre a degüello en temas de derroche y mala
gestión de los bienes públicos, castigando ejemplarmente a pérfidos personajes
como éstos. Ah, por si alguno de los lectores se frota las manos, piénsese que
junto a los de un partido habría que poner a los de otros, como por ejemplo los
que han construido salomónicos aeropuertos que no tienen clientes ni aviones
(sí, también en Castilla La Mancha aunque teóricamente sea privado, pero
también en Castellón) y que suponen una ofensa a toda persona con mente clara,
buen juicio y el pensamiento puesto en el bienestar de los administrados.
Dejar pasar ocasiones como éstas sin que la Justicia indague en las
responsabilidades de estos irresponsables es ofender a la democracia, a España
y a los que pagamos impuestos y nos levantamos todos los días dispuestos a
trabajar para mejorar nosotros y hacer que mejoren los nuestros. Es decir,
España.
Casos como el del concejal canario que además de abandonar su puesto largos
meses (¿a qué esperaba su partido para denunciarlo?) cargan a las arcas públicas
con sus cuentas no deben quedar sólo en los titulares de la prensa, sino que
deben servir de escarmiento a posibles imitadores. Ah, no, no me he olvidado
del consejero que pasaba consulta en Portugal, no me he olvidado, pero no
quiero ser demasiado reiterativo. ¡Justicia, coño!
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