Del desvarío de España en los
últimos años hablan por sí solos los desastres económicos, morales y sociales
de nuestra patria. (¿Puedo hablar de patria, como si fuese norteamericano,
cubano o congoleño, sin por eso ser tratado de facha y nacionalista?) No se
trata solamente de una crisis económica sino que ésta viene precedida y acompañada
por otras crisis igualmente graves, pero preferimos ignorarlos y creer que en
la vida todo se reduce al dinero, la bolsa y la prima de riesgo. Y ya puestas
las cosas así la solución pasa necesariamente por quemar unas cuantas iglesias,
si es posible con los curas dentro, para iluminar la solución.
Cuando una sociedad carece de un
código ético y nada es más importante que el dinero ese país se corrompe y sus
cargos políticos se llenan el bolsillo con dinero ajeno; cuando todas las
opiniones son igualmente válidas la opinión partidista se ceba en los asuntos graves
y no se llega a una solución por falta de inteligencia, de acuerdo y de altas
miras. Pero luego viene la encuesta Pisa y, a pesar de haber invertido millonadas
en Educación del pueblo, de tener centros educativos muy completos y con
modernas instalaciones, de tener varias generaciones de maestros entregados a
la mejora de sus alumnos, nos coloca en los últimos lugares de calidad de
enseñanza y en los primeros de abandono escolar.
Cuando una sociedad cree que
tener los mismos derechos es ser iguales, un chaval de primero de carrera con treinta
años tutea con normalidad a su profesor, como si fuesen “coleguis” de toda la
vida, y si tiene los bemoles bien puestos y se encuentra respaldado por una
sociedad que le ríe la gracia puede asaltarle en una clase y ridiculizarle. El
populacho playero aplaude que a ese listillo le haya sacudido un chavalete
cualquiera.
Cuando una sociedad está
corrompida da igual un profesor de literatura moderna que un actor porno, a ambos
se les entrevista en la tele con la ventaja de que el actor atrae un público al
que anunciar colonias, coches con “tías” en ropa interior y… preservativos.
Cuando una sociedad está prepotente y demagoga
le da igual unos valores que otros, todo es relativo, y una panda de insensatos
adolescentes se creen Robin Hood de la democracia por asaltar un cole de curas.
Lo hacen para defender la Educación
(digo yo que no será la suya) y los valores democráticos (tampoco los
suyos, ciertamente), sin darse cuenta de que son tan incultos, tan atrasados y
tan fascistas que sus bisabuelos pagaron caro haber cometido la misma salvajada
hace ochenta años ya, siempre en defensa de los derechos de los más pobres de
la Tierra, evidentemente. Es lo que pasa en los países incultos, que están
destinados a repetir las páginas más penosas y vergonzosas de su historia.
Cuando una sociedad es decadente
y bruta nunca aprende de su experiencia y es capaz de repetir un “Viva
Cartagena” aún en pleno siglo XXI, arrimándonos al mismo precipicio que tantas
veces hemos visitado. Cuando una sociedad está corrompida no hace caso de los
avisos que su propio devenir le proporciona y se dirige con paso firme al
matadero, sin que a nadie con poder se le haya ocurrido enjuiciar a los
dirigentes que la encaminaron al desastre.
Cuando una sociedad es incívica y
corrupta cree que tener los mismos derechos es ser iguales y de sus desastres echa
la culpa siempre a los demás. Cuando una sociedad es desconsiderada, egoísta y
altanera lo arregla todo quemando brujas. O curas, qué más da.
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