Dice Carme Chacón que es
absolutamente contraria a la independencia de Cataluña. Puede resultar un poco
difícil de creer para aquellos que nos acordamos de su llamativa reacción en
defensa de aquel actor que habló de la “puta España”, pero como toda persona
está formada de aciertos y errores, de errores y rectificaciones, yo me lo
creo. Yo me la creo.
Como también me creí en su
momento y así lo dejé escrito en este blog que los independentistas de Artur Mas
no quieren la independencia sino que amenazan con ella para lograr una España
que pague sus cholletes, embajadas, televisiones propagandistas o ejército. Eso,
que el ejército lo paguen otros, es lo que quieren, una España a medida de sus
ambiciones. De su cara dura. De su jeta. No les bastó con el apoyo que la
dictadura de Franco prestó a Cataluña, llevando fábricas donde no había mano de
obra, rapiñando mano de obra donde no había fábricas, sino que quieren
(recuerdo que estoy hablando de los nacionalistas catalanes, no de los catalanes)
que nosotros les paguemos las obras públicas de Cataluña sin pensar que en
Castilla no hay AVE, que en Castilla hay provincias sin autovías, que en
Castilla no nos gastamos los euros en inventar que el Ebro es un río catalán,
sino sabemos y aceptamos con sumo gusto que nace en el norte de Castilla para
que bebamos todos, catalanes incluidos.
A Carme Chacón le pasa lo mismo,
que quiere una España a la medida de sus caprichos, una España federal y
asimétrica, con la parte del embudo ancha para los suyos y la estrecha para los
demás. Es difícil comprender que una persona que tiene tan claro quiénes son
los suyos y quienes no lo son pueda pretender ser la presidenta del todos, pero
así están las cosas en esta ruina socialista que dejó el peor presidente de la
democracia, después del otro que nos metió a empujar una guerra extraña, ajena
e ilegal que nadie quería.
El PSOE ha arruinado España, sí,
junto con el gran capitalismo mundial, y Zapatero ha arruinado al PSOE, al que
siempre le costó tantísimo superar las derrotas. La consecuencia es que nunca
estuvo tan bajo en el apoyo popular a pesar del destrozo atroz que está
causando un gobierno decidido a recortar a los más pobres en vez de reformar un
Estado incapaz, corrupto y desaforado.
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