Ya sé, amigo lector, que usted
piensa que la crisis de España es económica. Y no le falta razón, claro. Pero
un país en el que una parte importante de la juventud tiene como norma beber
sin cesar cada fin de semana en ese absurdo que llamamos botellón, en el que
algunos políticos con casa en Madrid cobran una compensación por vivir fuera,
cuyos bancos multimillonarios dejan sin casa a los más pobres, cuyas Cajas de
Ahorros, manipuladas por políticos y sindicalistas, han timado a decenas de
miles de personas sin que haya contundentes medidas carcelarias por el medio, que
reelige políticos corruptos y que vive sin más credo que el “yo tengo derecho a”
tiene otros problemas mucho más graves. Y más ocultos, lo que redunda en la
aludida gravedad.
Les hablo de Telecinco, la cadena
de televisión que está ayudando a conformar la más podrida sociedad europea,
empapándonos en programas inmorales (si alguien cree que les voy a hablar de
religión que se pierda de vista ya mismo) e indecentes, la cadena de televisión
que más escarnio hace de la mujer, la cadena que pagó a la madre del Cuco para
aparecer en sus platós.
Telecinco ha demandado al
bloguero que inició una campaña para evitar que los programas de televisión
pagasen a criminales. Sus dueños parecen querer que Pablo Herreros pague
aquella victoria suya y de todos. Con aquella campaña algunos anunciantes
retiraron su publicidad de la inmundicia televisiva que tanto gusta a la parte más
vomitiva de la sociedad, contribuyendo así a cierta mejoría del aire que
respiramos. Por una vez la mortecina y macilenta sociedad española se sacudió
su sopor cadavérico y desmontó momentáneamente el circo nauseabundo que
proporciona de manera tan indigna los ingresos que mantienen el tinglado
económico de esta sucia empresa.
Acabo de firmar una petición de
Change.org para solicitar de nuevo a determinados anunciantes de Telecinco que
retiren su publicidad de una empresa que tanto daño está haciendo a la sociedad
y que persigue así a un periodista. Sólo si nos revelamos contra nuestro
destino –destino impuesto por otros- podremos ser dueños de nuestro rumbo.
Ya sé, amigo lector, que usted
piensa que la crisis de España es económica. Y no le falta razón, pero un país
que se deja manipular sin rechistar tiene muchos más problemas y se merece lo
que le pase.
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