Palencia es una emoción:

22 junio 2013

Tormenta pasajera, crisis eterna

Les escribo desde la nostalgia de una tormenta otoñal a mediados de junio. Los truenos resuenan en la buhardilla desde la que escribo y sobre mi cabeza veo un cielo de color crisis; me pregunto si no será una trampa más de quienes han organizado este valle de lágrimas para hacernos gastar calefacción en junio y luz a las cinco de la tarde. Somos marionetas doblegadas ante el capitalismo con forma fingida de nube lluviosa.

Conste que yo de rojo no tengo nada, hace tiempo que maduré; sin embargo alguna vez habrá que inventar algo que quite dramatismo a la situación a la que nos han llevado la banca ambiciosa y empresas que tras exprimir a sus empleados los despiden, al tiempo que los grandes patrones se jubilan con decenas de millones de indemnización… ¿A cuánto ascenderá la que cobrará usted cuando le llegue la hora del júbilo? Y no me olvido de los sinvergüenzas, sindicalistas, políticos o patronos, que nos han estafado. ¡A reclamar a los que nos gobiernan y han gobernado! Es lo que tienen las tormentas melancólicas de junio, te facilitan mirar atrás con ira cuando compruebas las locuras que han cometido en nuestro nombre…

No quiero que este artículo trascurra por la cansada vía de la crítica repetida, pero me siento timado por una sociedad que no responde a lo que me prometieron cuando nací. ¡La publicidad siempre tan efectiva! Leo en un periódico italiano que en Milán dos personas se han agredido en la vía pública… como consecuencia del excesivo calor. Los extremos se tocan. Aquí llueve crisis a gusto de unos pocos y en otras partes los desdichados cuecen su propia infelicidad bajo un sol de justicia. Nadie está contento con lo que tiene, todos estaríamos mejor siempre en  otro lugar y en otra situación.

A muchos les gustaría irse a climas menos extremos, pero en ningún sitio atan los perros con longanizas y en Alemania inventaron los minijobs… otra manera de timar a ancianos jubilados y jóvenes que nunca se jubilarán, no me digan que no hay que ponerle freno a este capitalismo pecaminoso y humillante. Siete de cada diez españoles que se fueron han regresado, no quedan paraísos en los que solicitar asilo, salvo Cuba o Corea del Norte, pero me molestan los discursos de siete horas a masas enfervorecidas, condición sine que non para disfrutar las excelencias del contracapitalismo.


Con las horas la tormenta; la crisis no, aunque Tajoy empiece, como el Otro, a ver brotes verdes…

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