Parte de las causas de esta
crisis está clara: el capitalismo, pese a ser el menos malo de los sistemas
económicos, tiene muy graves defectos e inconvenientes. La miseria. Los pobres.
Los desahuciados. La insaciabilidad de los ricos. Las limitaciones de los
políticos para extender el bienestar a todos… Otra de las grandes causas de los
malos momentos que pasamos es la falta de ética, la falta de honradez, la mala
fe de quienes nos gobiernan.
Entre unas razones y otras (soy
consciente de no haber expuesto todas) nos encontramos a merced del abrazo
mortal entre la incompetencia de PP y PSOE y la inexperiencia liberticida de
quienes quieren sucederlos. Miles de españoles, menos de los que se esperaban,
se han manifestado en Madrid en apoyo a una fuerza que promete devolvernos a la
caverna. La desesperación es tal que millones de españoles ponen la solución de
sus problemas en manos de algo tan pasado históricamente como el comunismo, la zozobra
es tal que estos ciudadanos esperan avanzar retrocediendo a la prehistoria de
la Humanidad. ¿Hay algo más fracasado que el comunismo?
Tan desesperados están, digo, que
a pesar del nivel intelectual y cultural de algunos se entregan con ojos
cerrados en manos de leninistas confesos, de adoradores de ETA convictos y de
promotores de regímenes fracasados como Venezuela o directamente liberticidas
como Cuba. A esos españoles que miles de veces han presumido en las tertulias
de barra de bar de ser demócratas de toda la vida no les importa entregarse como
víctimas dispuestas para el sacrificio de sus libertades. Y aún más: de las
mías. Y se llenan la boca de democracia.
La culpa, digo, la tienen en
principio quienes nos han conducido hasta aquí a golpe de desahucio, de
desfalco, de despido, de tarjetas opacas, de EREs fraudulentos. Y de incompetencia.
Pero, claro, son esas personas cultas y preparadas a las que aludía las que
deciden en uso de su libertad elegir el suicidio de las libertades como
alternativa al presente, luego es su responsabilidad. Porque no será por escasez de avisos enviados
por líderes que se quejan de la libertad de prensa…
Antes la izquierda era firme defensora de las
libertades; ahora, esta nueva izquierda tan prepotente como inexperta, pretende
decidir qué periódicos pueden o no salir a la calle, argumentando que como
pertenecen a ricos y poderosos no defienden al pueblo trabajador. Puro
leninismo, ya digo. Me pregunto si eso incluye a “Público”, cuyo dueño es
también multimillonario, o no; me pregunto si la libertad de prensa será cuando
ellos gobiernen solo para los periódicos que defiendan a su “pueblo trabajador”
o será también para trabajadores como yo que sacan con esfuerzo esta columna.
Aunque no defendamos “al pueblo trabajador” de Podemos.
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