Por cuarta vez en treinta años PP
y PSOE han llegado a un acuerdo contra el terrorismo. Bien, muy bien. Son
pactos imprescindibles, hay políticas que solo alcanzan su plena efectividad
cuando son acordadas, cuando nadie se conjura para derribarlas a las primeras
de cambio. Son más válidas cuando su base es sólida, cuando son
inquebrantables, estables. El terrorismo es asunto suficientemente importante
para necesitar ese acuerdo. Bien, muy bien, repito. ¿Y por qué no un acuerdo en
Educación? ¿Por qué no hay nunca pactos en este asunto? ¿No es materia
suficientemente importante? ¿Es preferible que cada pocos años, casi cada
ministro, se cambie toda la planificación, que currículos, sistemas, contenidos
u objetivos vayan y vengan al son de las elecciones generales? ¿No queda
demostrada la incapacidad de nuestros políticos, su baja calidad, su
sectarismo? Que consideren la Educación como materia susceptible de debate
político demuestra la estima que tienen por esta cuestión. Así nos va.
Ahora nuevo enfrentamiento entre
partes. Previsiblemente el Consejo de Ministros va a aprobar un decreto de
flexibilización del sistema universitario español, con más de un millón y medio
de alumnos. Actualmente las carreras o grados duran cuatro años y los másteres
posteriores uno. El nuevo proyecto, contra el que hay quejas de casi toda la
comunidad universitaria, supone permitir que los campus establezcan de forma
voluntaria carreras de tres años y másteres (¿Por qué utilizamos una palabra
inglesa?) de dos. Rectores, oposición, sindicatos y estudiantes lo critican
porque España cambió el modelo universitario en 2010 para adaptarse Plan
Bolonia, que aún no ha sido evaluado. Cinco años han pasado.
De la Enseñanza Primaria a la
Universidad la inestabilidad amenaza a nuestros estudiantes. Nada parece
permanente, fijo. Nada es desde luego acordado, inmutable a la sucesión de
partidos en la cúpula del ministerio de Educación. Todo parece al albur de las
urnas, al capricho del ministro o del partido de turno. Menos dramático que el
terrorismo pero exactamente igual de trascendente es la Educación para un país.
Sin libertades garantizadas por las leyes no hay futuro. Sin Educación tampoco.
Pero estoy a punto de bajarme del
barco. Con tristeza y resignación.
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