Puede que el panorama de la
democracia española empiece a cambiar si las presiones de los partidos
renovadores van por buen camino y si se mantienen en sus trece, sus honestas
trece, sin dejarse envenenar por cantos de sirena de los envejecidos y
corruptos partidos tradicionales. Por otra parte queda poco lugar para confiar en
las presiones de quienes han ayudado a redactar la “democrática” constitución
venezolana gracias a la cual la oposición al régimen bolivariano está en las
democráticas cárceles de Maduro.
Descartados los bolivarianos y
los inútiles y corruptos partidos tradicionales, las escasas
esperanzas de una política desatascadora corresponden a Ciudadanos. Visto el
panorama actual y pasadas las elecciones, pongo en ellos mi atención y les
dirijo mis súplicas de renovación social, institucional y democrática. Pasada
esta tercera legislatura de Zapatero es necesaria una profundización en la
mejora de la democracia para evitar volver a una situación de encanallamiento
como la actual.
Para mí la crisis social actual
es infinitamente mayor que la crisis económica. A pesar de las familias que no
llegan a final de mes, a pesar de las estadísticas de hambre, me preocupa mucho
más la crisis social de un país en el que los chavales abandonan masivamente
sus estudios, en la que los resultados académicos son desastrosos, en la que
padres e hijos consumen juntos horas de televisión con Belén Esteban o
cualquiera de sus aliens como producto estrella, en la que los padres han
perdido toda capacidad de autoridad sobre sus hijos, una sociedad que ha
necesitado una ley de funcionarios para conseguir que los maestros fuesen
respetados por sus alumnos y los padres de éstos. Y sí, creo profundamente que
esta pérdida de valores nos ha conducido a los sobres del PP o a las mariscadas
de UGT Andalucía y a la crisis económica.
Uno de los primeros pasos para
ventilar esta crisis –desde la moral a la económica- es cambiar las estructuras
sociales. Un ejemplo sería eliminar de por vida como representantes del pueblo
a los corruptos e inmorales, y puesto que a ello se está aplicando Ciudadanos
dirijo a ellos este artículo, algo inusual en mis veinte años de columnista.
Eso sería simplemente un primer paso para la renovación, quedan más muchas más
cosas. Por ejemplo: ¿Para cuándo sustituir una ley electoral obsoleta e
ineficaz, a las pruebas me remito, por otra más exacta, que garantice la
igualdad de todos los votos y que me permita saber exactamente quien es mi
representante en las Cortes y saber quién tengo que dirigirme para exigir
responsabilidades?
La actual ley es discriminatoria,
no todos los votos pesan lo mismo e impiden que los electos asuman directamente
su responsabilidad con sus electores. Se diluye la responsabilidad y nadie coge
el toro por los cuernos de las promesas incumplidas, de las insatisfacciones
del electorado y de la corrupción. Si
queremos regeneración democrática, éste es un buen lugar para sentar las bases
democráticas que nos permitan crecer. Que cada voto valga lo mismo,
independientemente de en qué lugar de España se emita y que todos sepamos
exactamente a quién debemos pedir responsabilidades. Y que todos sepan quién
les puede pedir responsabilidades. Señores
ciudadanos que quieren cambiar España, empiecen por una ley electoral que me
permita elegir a mis representantes uno por uno, sin que una larga lista
inamovible encubra una ristra de chorizos.
2 comentarios:
Pedro, soy Enrique Rivero. Sabes que te respeto como intelectual reflexivo y que te sigo desde hace años. Agradezco tu recomendación por la parte que me toca, te aseguro que va en el programa desde el año 2005 y es una de nuestras "líneas rojas". Ya sé que tienes otras filias, pero qué bien nos vendrías si decidieras bajar (o volver, que no se si ya has bajado) a la arena. Yo estoy abajo ahora,y tiene su punto. Para más información te remito a mi perfil: https://www.facebook.com/enrique.riveroortega?fref=nf. Un abrazo.
Enrique, no os oigo hablar de esto, pero la ocasión es ahora. Estais hablando de las elecciones primarias de los partidos como condición importante, cierto, cierto, pero infinitamente menos importante que las listas abiertas. Es urgente cambiarlo. Después de las próximas elecciones generales quisiera cruzarme por la calle contigo y saber que eres mi representante, y saber que te he escogido independientemente del número de la lista que ocupes o de otros compañeros de lista que no me gustan...
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