Después de diez años escribiendo en
este periódico creo que para el lector habitual no soy ningún sospechoso de
extremismo ni de radicalismo contra el PP. Y sin embargo creo que de Rajoy
abajo deberían dimitir todos. O la mayoría.
España se ha basado hasta ahora
en dos partidos que han sido la columna vertebral de las instituciones. Sus
limitaciones y errores nos han conducido a una nueva situación en la que el
poder se reparte entre cuatro, si bien de Podemos no puede decirse que sea un
partido institucional sino anti institucional. Pero insisto, hasta aquí nos ha
traído la desconfianza que PP y PSOE han
generado. Y aunque suena más, mucho más, la inmundicia del PP también el PSOE tiene la suya.
Pero la del PP implica más
tiempo, más dinero y más instituciones. Y mucho más escándalo social. Sin
olvidar que hay casos sin resolver por toda España, el 3 % en Cataluña o los
EREs de Andalucía, la actitud contemplativa de Rajoy ha permitido que la
podredumbre corroa todo el partido. Y el PP ha sido hasta ahora un partido
importante para España y debería seguir siéndolo, a pesar de sus dirigentes.
Por encima del PP está España,
por encima de sus intereses están los de España, los de los ciudadanos, esos
varios millones que a pesar de tanta insensatez le han votado y, es más,
piensan seguir haciéndolo, perdonando lo imperdonable y disculpando lo
indisculpable. Y lo seguirán haciendo aun teniendo que taparse la nariz al
introducir la papeleta en la urna.
El PP debe regenerarse, debe
reconstruirse, debe volver a ser referente institucional. Hay una amplia capa
social de españoles que necesitan un partido honesto, limpio y eficaz de centro
derecha. Sus apaños con los nacionalistas, sus incumplimientos con los votantes
y sobre todo sus repetidos escándalos financieros y económicos (¿Y qué sede del
PP van a registrar esta semana?) han hecho de él un partido que repele a
ciudadanos honorables y conscientes. Si se hunde muchos ciudadanos
conservadores (decir esta palabra en España es tabú, a pesar de su normalidad
en todos los demás parlamentos e Europa) se quedarán sin referente.
Rajoy ahora mismo es un estorbo
para la regeneración de España y del PP, es un escollo que rodear para que las
instituciones asuman su papel representativo y legislativo, pero también es un
punto de apoyo en el asalto institucional que el sectarismo bolivariano está llevando a cabo… con el voto de cinco
millones de españoles. Rajoy debe irse y facilitar la vida política de los
militantes del PP y de los españoles. Y con él todos aquellos que han convivido
por activa o por pasiva con esta degeneración en que su partido se ve inmerso.
Deben ser conscientes del daño que están haciendo a España y a la democracia.
De la regeneración de este partido, de que nuevos dirigentes capaces y limpios
asuman su control y, cuando las urnas se lo den, el de España, depende la
calidad de vida, el bienestar y el futuro de nuestra sociedad.
Esperanza Aguirre ha dimitido. Un dirigente sensato sabe cuándo
está de más, cuándo sobra, cuándo ha de irse. Rajoy no parece consciente,
alguien tiene que decirle al rey que está desnudo.
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