Vuelve la presión republicana. Confieso que me aburre. Tanto como la monárquica. Qué pesaos. La jefe del Estado en Australia y Canadá es la reina Isabel II. ¡Y qué más da! Entre un rey que no manda nada, que no puede hacer ni deshacer, y un presidente de la república neutral me da todo igual. Meras figuras decorativas. Me importa más el nombre y el personaje que el título. Suecia y Noruega son monarquías envidiables. Arabia Saudí una monarquía despreciable. Suiza o Alemania son repúblicas que cualquiera querría como propias. Cuba y Bolivia o Venezuela son repúblicas despreciables.
El problema en definitiva no es el sistema, sino las personas. Ni la segunda república ni algunos monarcas modernos son ejemplos. Y buena parte de las personas que ahora representan la república son personajillos venidos a más sin estar preparados, venidos por hartazgo tan evidente como lógico de los electores, son personajes sin preparar, gentes de tres al cuarto que jamás se han visto en una situación semejante. Me la soplan, no saben estar a la altura de sus responsabilidades. Mentecatos.
Si alguien quiere proponer un nuevo sistema político que sustituya a la monarquía no encontrará en mí oposición si antes sabe demostrarme con su ejemplo que sabe lo que quiere. Que sabe ser neutral, que no me va a imponer, que permite mis libertades, que no me abruma. Viva la república, pero viva también la monarquía. Constitucionales ambas, liberales ambas. Ni la segunda república ni Fernando VII. Libertad y democracia. Lo demás... a tomar por donde amargan los pepinos.
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