Palencia es una emoción:

16 marzo 2016

Europa está en peligro

En un entendimiento que cualquiera hubiera jurado imposible, las organizaciones de izquierda más radicales y las organizaciones humanitarias católicas se han unido en un apoyo a los refugiados que huyen de las diversas guerras que asolan Oriente Medio. Que entre ambos campos ideológicos, tan distantes, no haya más comprensión mutuo se hace difícil de entender visto cuánto comparten.

Hemos de empezar a entender que un refugiado no es un inmigrante, que la legislación los protege de manera distinta y que sus pretensiones y objetivos son distintos. La pregunta aun así es si Europa está preparada para tal invasión de gentes, cubrir sus necesidades y salir incólume del choque de civilizaciones. Europa se encuentra entre dos frentes, seguir su tradición cristiana y democrática de apoyo al débil, al injustamente tratado, y protegerse de cuantos indeseables se cuelen bajo la piel de cordero de un refugiado. Dados los resultados electorales en Alemania puede parecer que mientras Europa y sus instituciones tienen claro cuál es su deber los votantes europeos pueden escoger el camino contrario.

Al que huye de la guerra, de la barbarie o de la destrucción hay que salvaguardarlo siempre mientras dure su situación de indefensión. Europa no puede aprobar las deportaciones masivas, no se pueden exponer a los peligros de las modernas guerras –cuanto más modernas más crueles e insufribles- a millones de refugiados que han tenido la desgracia de sufrir la barbarie en su propia casa. Todos hemos sido refugiados alguna vez en la historia, todos hemos necesitado y vamos a necesitar un lugar donde esconder la cabeza mientras alrededor caen bombas, todos los pueblos a lo largo de la existencia humana pasan por etapas de poder y etapas de indefensión.

No puede haber deportaciones masivas, Europa debe además defender su sistema de vida, ese que lleva primero al envejecimiento social y después a la desaparición –al tiempo que garantiza unos derechos, trabajos y pensiones que en otros sistemas no existen- que tiene unos valores y una tradición democrática que nos ha hecho ser parte del mundo ¿civilizado? y adelantado.

Las violaciones masivas de la noche de fin de año en Colonia son una alerta del peligro ante el que nos encontramos: mantener nuestras libertades y nuestra filosofía de vida y asistir al mismo tiempo a quienes no las conocen y a veces las desafían. El reto es increíble, pero la sociedad moderna y evolucionada capaz de hacer circular un tren bajo el Canal de la Mancha debe encontrar soluciones apropiadas para separar el trigo de la paja. Y para mantener incólumes sus derechos y sus tradiciones que arrancan de un sentido cristiano de la vida. Quizá el problema sea que Europa está olvidando y despreciando sus orígenes culturales religiosos mientras los despreciables refugiados los traen como bandera.


Si ONGs radicalmente opuestas al sentimiento religioso, ésas que creen que la religión es el opio del pueblo, y ONGs cristianas coinciden en señalar cuál es el deber de Europa ¿no paree claro el camino a seguir? Eso sí, separando lobos de corderos, protegiendo intereses comunes, defendiendo los mismos derechos que siempre se han defendido, impidiendo la desaparición de la cultura que nos ha situado a la cabeza del mundo libre, Europa está en juego.

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