Palencia es una emoción:

17 febrero 2010

¿Para qué vuelve Paco Vázquez al PSOE?

ZapaHuero no sabía de economía, aprendió en un par de tardes y así nos va, que andamos todos los días “saliendo del túnel”, viendo “brotes verdes” y “a punto de salir de la crisis”. Sólo por lo pesaos que se ponen anunciándolo vendría bien que alguna vez fuese verdad. Pero de lo que sí sabía era de desbrozar el camino que tenía por delante, de limpiarlo de estorbos, de eliminar obstáculos y hasta de limpiarlo de minas antipersonales con nombre, apellidos y carnet del PSOE.

La memoria humana es frágil, cuando los sucesos son tan rápidos y se suceden tan vertiginosamente se facilita la desmemoria, pero deberíamos recordar que en el PSOE los tiempos anteriores a Zapa fueron problemáticos, conflictivos y turbulentos, acordémonos de lo rápido que se consumieron las oportunidades políticas de José Borrell y de Joaquín Almunia. Zapa no estaba dispuesto a seguir el mismo camino y acabar quemado en pocos meses, lo primero que hizo fue librarse de sus contrarios dentro del partido recolocándolos donde más convenía... a sus propios intereses. Nada de rivales, nada de oposición interna, Zapa sólo quería seguidores fieles a prueba de bomba, pongamos a la planetaria Pajín, o ineptos impresentables incapaces de hacerle frente, que prefieran gastarse miles de euros en hacer el mapa del clítoris, en topografiar la vagina, antes que representar un papel político sólido para afrontar los problemas de España. Insisto: eso nos pasa por poner al frente de nuestra crisis económica a quien aprendió economía en un par de tardes.

El caso es que su principal rival en las elecciones internas, José Bono, fue apartado a desempeñar el comprometidísimo ministerio de Defensa o a presidir las Cortes, Almunia fue enviado a Europa para no molestar, Borrell está desaparecido en combate y otra voz amarga, la de Vázquez, fue callada con una embajada ante el Vaticano. Si sumamos la peculiar aventura de Rosa Díez, Zapa dejaba así su camino expedito, sin la menor disidencia interna. El silencio de la manada se impuso y sólo discretísimas críticas de Felipe González rompían la sumisión colectiva, nuevamente aquel que se movía no salía en la foto. Por cierto, es algo que pasa en todos los partidos, eso de la democracia interna ni existe ni se espera que alguna vez llegue.

Y ahora Francisco Vázquez vuelve, oh, horror. Deja su santísima embajada vaticana y vuelve, las agencias de prensa no se ponen de acuerdo en si lo hace para ponerse a disposición del partido y agregarse a proyecto zapateril ahora que se avecina una crisis de gobierno o si para señalar el camino correcto, el camino que el PSOE nunca debió abandonar, especialmente en medio de tantos ataques a los católicos.

En los partidos se necesita siempre un Pepito Grillo, alguien que sin miedos a la censura diga lo que los líderes no quieren oír; es un papel desagradable que nadie en ningún partido quiere desempeñar, quizá porque a ningún excelso líder, planetario o de andar por casa, le gusta le gusta que le recuerden que es mortal.

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