Supongo que son muchos los españoles que se felicitan por el
revolcón electoral de Artur Mas, perder doce escaños precisamente cuando se
echa un órdago tan importante es un fracaso de proporciones siderales.
Pero esa derrota no debe llamarnos a engaño y debemos
considerar la mayoría independentista que puebla el parlamento catalán. Con
esta consideración el president no se ha echado atrás y mantiene el pulso secesionista
de la convocatoria de un referéndum para dentro de cuatro años. Estoy
convencido de varias cosas:
1ª) De que Cataluña y el País Vasco van a ser independientes
no tardando ¿En una generación?
2ª) De que, mientras ese momento llega, los esfuerzos para
retener a estas dos autonomías dentro de España van a acrecentar las
diferencias políticas y económicas entre ellas y las demás regiones, todos
aquellos que hemos perdido estas elecciones.
Tanto el Federalismo asimétrico
del PSOE (¿se han preguntado por qué pierden terreno elección tras elección?) como
el autonomismo diferencial del PP (¿Se han preguntado por qué sus votos van a
partidos de izquierda como Ciutadans?) implican un trato de favor hacia los
españoles más ricos, poderosos e influyentes. ¿Justicia social? ¿Socialismo?
Los castellanos tenemos seria envidia de cómo los parlamentarios
catalanes de cualquier ideología defienden a sus ciudadanos, por encima de la
opinión de las sedes madrileñas de sus respectivos partidos. En Palencia
tenemos representándonos un conjunto de parlamentarios a disposición de lo que
sus partidos quieran mandar, dedicados a pulsar el botón que dedo en ristre les
indique su líder parlamentario. Se echa en falta la dedicación a sus gentes de
PSC o PP-C, se echa en falta que alguna vez paren los pies a los dominantes
jerifaltes en nombre de sus representados.
Son torpes, seguramente voluntariamente, que permanecen, seguramente
también voluntariamente, ajenos a la decadencia de esta nuestra tierra, que
tantos años después vuelve a proveer de emigrantes a las regiones más prósperas
de España y del resto de Europa. Mientras Palencia, Soria o Burgos se
convierten en desiertos, con la connivencia de votantes recalcitrantes
empeñados en votar lo que no funciona, los parlamentarios de nuestras
provincias han decidido tomar la indiferencia como norma de comportamiento y el
encogimiento de hombros como norma de servilismo parlamentario.
Cuando el Estado se arrastre ante la codicia nacionalista
catalana ocurrirá como cuando el Estado se inclinó servilmente ante el injusto
concierto vasco, y los parlamentarios castellanos negarán la defensa de los
suyos, se negarán a seguir el ejemplo de sus compañeros vascos o catalanes que
apoyan a sus gentes y a sus tierras, dejando en un segundo plano la triste
cerrazón de los que creen que con tal de que Cataluña y Euzkadi sean españolas
vale la pena abandonar a su suerte todo el interior del país, empobreciéndolo y
convirtiendo a sus habitantes en mano de obra barata que como en los años
sesenta ha de salir camino de los altos hornos de Bilbao o de las empresas
textiles catalanas, ésas que una vez estuvieron en Palencia o Zamora, en busca del
jornal con el que sustentar a su familia. Castilla y los castellanos, los
mansos castellanos, sumisos y silenciosos, volverán a pagar los platos rotos del
nacionalismo irredento, plañidero y manipulador.
Cuando esto se produzca a los castellanos se les ofrecerá en
sus nuevos destinos aquellas herramientas para contribuir al futuro y al
desarrollo de Cataluña, herramientas que España les niega ahora.
1 comentario:
Ostras, me está llamando mucho la atención tu blog. Y que conste que me lo he tomado con mucho respeto desde el principio, desde la primera entrada que te he leído. Conozco algo sobre el nacionalismo castellano no español, pero es bastante minoritario de momento, y uno más tiene que buscarlo que no se lo encuentra. He leído diversas entradas tuyas pero muchas de las cosas más sería para hablarlas con una cerveza delante, porque el blog se hace limitado para darse a conocer de buenas a primeras. Me gusta mucho Castilla, bueno, me gusta España, mucho, pero no me siento español (no sé por qué algunos lo ven contradictorio... también me encanta París y está claro que no soy parisino). Habría muchas cosas que me gustaría discutir amicalmente contigo, pero no alcanza el tiempo y casi que prefiero ir leyendo entradas antiguas... Lo único, si me permites... Dices: "los mansos castellanos, sumisos y silenciosos, volverán a pagar los platos rotos del nacionalismo irredento, plañidero y manipulador"... bueno, podríamos estar de acuerdo que son mansos desde un punto de vista castellano, pero desde luego no lo son desde el punto de vista español. Es como si España se lo llevara todo, toda energía, todo ímpetu, y entonces esos castellanos, porque la mayor parte lo son, resultan enormemente activos, agresivos incluso, en su defensa cerrada de lo español Es curioso que desde el punto de vista castellano resulten sumisos y silenciosos... es posible. ¿Ves? Para hablarlo con una cerveza, jaja. Un abrazo.
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